Elida Ganoza
Nos ubicamos
en París, fines de 1946, la segunda
guerra mundial ha terminado y la Sociedad Psicoanalítica
de París, fundada en 1926, -filial de la International
Psychoanalitic Association, IPA-, tiene suficiente fuerza
para retomar sus actividades. En 1947,
Sacha Nacht ocupa la presidencia, confirmado en sus funciones cada año.
Jacques Lacan, que había llegado a esta Sociedad en 1934 como
miembro activo, ha logrado un lugar
preeminente distinguiéndose por sus trabajos como El estadio del espejo(1) y La familia. En este contexto, la Sociedad se ve en la
necesidad de crear un instituto encargado de la enseñanza del psicoanálisis. De
este modo, encontramos a Lacan en 1948 como el responsable de la Comisión de Enseñanza y
es el autor del reglamento y la doctrina
que regirá al Instituto, introduciendo algunas innovaciones que tienen vigencia
hasta la actualidad. En 1952, Lacan, según la impresión general, se impone para
suceder a Nacht, pero la
Asamblea de la Sociedad decide prorrogar
un año más el mandato de éste por ser considerado un talentoso
organizador.
Es
precisamente el 17 de junio de 1952 que
se inicia una crisis en torno a la creación del Instituto de Psicoanálisis, que
durará un año. Durante ese lapso ocurren ciertos acontecimientos en los que se
encuentra involucrado Nacht. Precisamente es él quien logra que la Sociedad designe como
secretarios científicos del Instituto a Levobici y Bénassy, secretario
administrativo a Sauguet y a él mismo como director por cinco años. Los
miembros titulares, entre ellos Daniel Lagache y
Marie Bonaparte, cuestionan la posición de Nacht en el Instituto, por lo que
éste renuncia a la dirección junto con sus partidarios. Lacan es elegido
director del instituto en diciembre, declarando que ocupará esta función sólo a
título transitorio y anuncia que intentará una mediación. Es a fines de 1952
que los partidarios de Nacht promueven la idea de una escisión.
Seguidamente, Lacan
es elegido el 20 de enero de 1953, presidente de la Sociedad Psicoanalítica
de París. Pero al mismo tiempo Nacht recupera la dirección del Instituto. Los
estudiantes del Instituto protestan por los nuevos compromisos que se les
exigen y circulan rumores de la discordia entre los maestros.
Lacan es acusado
por el Dr. Cénac, el 2 de junio, en una sesión administrativa de la Sociedad, de incitar a
los alumnos contra los maestros y de deshonrarla, reclamando la suspensión de
su mandato presidencial. El 16 de junio de 1953 Lacan
abandona su mandato por habérsele retirado la confianza y dimiten varios
psicoanalistas con él, lo que conduce a la escisión que inaugura el debate.
La Sociedad
Psicoanalítica de París se divide en
dos: la
Sociedad Psicoanalítica de París y la Sociedad Francesa
de Psicoanálisis. Ésta última, conformada por el grupo de Lacan, demanda a la Asociación Internacional
su reconocimiento. Éste se solicita a la
IPA desde 1953 y durante once años persistirán en su solicitud.
Jacques
Lacan es informado el 6 de Julio de 1953 por el secretario general de la IPA que no podrá hacer uso de
la palabra en el XVIII° Congreso que se
realizará el 26 de Julio del mismo año
en Londres, por considerar que al renunciar a ser miembro de la SPP también ha perdido su
calidad de miembro de la Asociación Internacional. Los psicoanalistas
Balint y Lowenstein abogan por Lacan y
Lagache; pero la Asamblea
de Londres se subordina al Ejecutivo Central conducido por Heinz Hartmann, Marie Bonaparte y Anna
Freud, negándoseles la posibilidad de
intervenir en la Asamblea.
La enseñanza de
Lacan desde 1953 cuestiona de forma radical la política planteada por la Asociación Psicoanalítica
Internacional respecto de la formación de los
psicoanalistas. Esta es la razón por la que propone un retorno a Freud,
conclusión a la que arriba como resultado de su propia experiencia.
Frente a una
práctica psicoanalítica cuyos fundamentos la aproximaban cada vez más a la
ideología americana, que colocaba al yo y sus poderes en un pedestal, Lacan hace una crítica y una
advertencia sobre los desvíos teóricos y técnicos. Sustenta su argumentación demostrando cómo los análisis de la
época han abandono el fundamento de la palabra, y plantea una definición de la
dirección de la cura que apunta a restituir al descubrimiento del inconsciente,
a la invención del método psicoanalítico, “el filo cortante de su verdad”.
Propugna
una clínica freudiana que tome en cuenta lo aprendido en el dispositivo mismo,
la transferencia y la función del analista,
y se opone a que el psicoanalista, en
su clínica, se proponga como objeto de identificación o pantalla de
proyección frente a sus analizantes.
Plantea la modificación de un standard,
cuestión ésta que va más allá de introducir e instaurar las sesiones
cortas. Se trata de
que la duración de las sesiones se apoye en el tiempo lógico del inconsciente
con el objeto de dar lugar a lo imprevisto, en lugar de aplastar o reducir la
eficacia de lo nuevo en la tiranía del tiempo cronológico. Actuar, no según el
tiempo marcado por un reloj, sino guiado
por la causación de lo inconsciente, para mostrarlo allí donde surge, un
instante antes de su desaparición. Para Lacan, el psicoanalista es
responsable de la eficacia del decir del analizante en las sesiones; el parloteo
anecdótico, vacío de los analizantes no tiene por qué entrar en el desarrollo
de la sesión. Precisando que la elaboración de
lo que surge en las sesiones, -el tiempo de comprender- no debe incluirse dentro de
ellas. La duración de una sesión ha de ir del
instante en que se visualiza el problema –instante de la mirada- al momento en
que se llega a una conclusión, momento de concluir. Para Lacan el tiempo de
comprender tiene lugar fuera de la sesión.
Esta crítica se ve plasmada en tres artículos que escribió durante esa época:
"Variantes de la cura-tipo" en 1955, "Situación del
psicoanálisis y formación del psicoanalista” en 1956 y "El psicoanálisis y
su enseñanza" en 1957.
En 1961 se
crea un Comité Internacional de la
IPA, cuyo responsable es el Dr. Turquet, que debía evaluar
las actividades de la
Sociedad Francesa de Psicoanálisis y dictaminar si estaba en
condiciones de ser reconocida o no. Ese mismo año hay un Congreso de la IPA en Edimburgo del cual
Lacan, junto con Lagache, Dolto, Perrier y otros, esperan una respuesta. La Comisión rechaza su
solicitud de afiliación, posterga la evaluación para dos años después y formula
una serie de exigencias a las que la
SFP tendrá que atenerse, que se conocen como "Las
recomendaciones de Edimburgo".
En la evaluación de
1963 esta misma comisión le indica a Lacan que no han cumplido con las
exigencias planteadas a su grupo, especialmente en lo que
concierne al encuadre, la frecuencia
de cuatro sesiones semanales y a la
duración como mínimo de 45 minutos por sesión. Se les
ha prohibido que los alumnos presencien las clases de sus analistas
además de solicitar que Do1to y Lacan queden fuera del sistema de formación de
analistas y que no se les remitan casos de análisis, didácticos o controles.
Se acerca el XXIII°
Congreso Internacional de Psicoanálisis en Estocolmo del 31 de julio 1963, el
clima al interior de la SFP
augura una escisión interna, se perfilan
dos posiciones, unos asumen que para obtener el reconocimiento de la IPA deben cumplir a como de
lugar las recomendaciones de Edimburgo, lo que implica aceptar que Lacan y
Dolto estén fuera del programa de formación y de los análisis didácticos. Pero otros opinan que su destino no depende de ese
reconocimiento.
Lacan y sus
seguidores avizoran exigencias inaceptables. El grupo pro IPA le pide a
Leclaire - uno de los disidentes- que reconduzca la Sociedad hacia una
verdadera asociación psicoanalítica, es decir, que cumpla las indicaciones de la Internacional. Se
emite el segundo informe del Consejo, donde el doctor Turquet enuncia: “Es difícil saber lo que ocurre en la Sociedad Francesa
de Psicoanálisis. Lo que domina, a los ojos del Comité Asesor, es el problema
Lacan. Es un problema que incluso desborda los asuntos internos de la Sociedad Francesa
de Psicoanálisis para integrarse en la cuestión del desarrollo del
psicoanálisis en Francia. El hecho de que Lacan sea inaceptable para la IPA no parece haber sido
cabalmente captado por el Secretariado de la Asociación Francesa
de Psicoanálisis. Conviene saber que debe ser excluido de toda actividad
concerniente a la enseñanza, y esto, para siempre (...)".(2
El 2 de agosto de
1963 se pronuncia el Ejecutivo Central
de la IPA. El punto 4 de su directiva al Grupo de Estudios SFP dice: “[Se] considera
que el doctor Lacan no puede seguir figurando durante mucho tiempo más entre
los analistas didactas del Grupo de Estudios y que la recomendación de
Edimburgo según la cual progresivamente debía ser apartado de la formación
tiene que ser precisada y aplicada rigurosamente (...). (3)
En el punto 6 de la misma directiva se lee: Las siguientes medidas son indispensables para que se
mantenga el reconocimiento del Grupo de Estudios: a) Todos los miembros,
miembros asociados, practicantes y candidatos de la Sociedad Francesa
de Psicoanálisis deben hallarse informados de que, en lo sucesivo, el doctor
Lacan no es reconocido como analista didacta. Esta notificación debe hacerse
efectiva el 31 de octubre de 1963
a más tardar. b) Se ruega a todos los candidatos en
formación con el doctor Lacan que informen a la Comisión de Estudios si
desean o no proseguir su formación, entendiéndose que se les exigirá un
fragmento complementario de análisis didáctico con un analista autorizado por la Comisión de Estudios.
Esta notificación deberá hacerse efectiva el 31 de diciembre de 1963 a más tardar”. (4)
En la Asamblea de miembros de la IPA en el congreso de Estocolmo se presenta una moción de orden en
la cual se solicita de que Lacan sea
borrado de la lista de didactas, la firman Juliette Favez-Boutonnier, Daniel
Lagache, quienes habían sido cofundadores de la Sociedad con Lacan,
Granoff (un alumno de Lacan), y G. Favez.
En la Asamblea del 19 de
noviembre se vota mayoritariamente la exclusión de Lacan de la lista de los
didactas. Su pensamiento, su acción personal, y especialmente su práctica
analítica, fueron el pretexto para su exclusión
definitiva de la
Sociedad.
La noche anterior
al inicio de su seminario “Los Nombres del Padre”, Lacan recibe la noticia de
que la Asamblea
votó borrarlo de la lista. Al día siguiente, 20 de noviembre, ofrece la única
lección que pronunciará de este seminario. Se pone
así punto final a esta
triste etapa.
La trayectoria de
Jacques Lacan fue ejemplar en la medida que, con su
enseñanza y con sus actos, transmitió que su elección fue siempre por el
psicoanálisis, aunque eso representara ir en contra de los psicoanalistas, que
en su opinión mantenían un grado de desdén o de desconocimiento para con su
instrumento, la palabra. Él trató por todos los medios de valorizarla y
devolverle su dignidad.
El 15 de enero
de 1964 marca el inicio de una nueva época en la enseñanza de Lacan. Retoma su enseñanza en la Escuela Normal
Superior, a donde lo lleva Althusser apoyado
por Claude Lévi-Strauss. Lacan agradece que le
hayan brindado lugar con estas muy sentidas palabras: “...Y de nobleza se
trata, precisamente, cuando el asunto es dar acogida a alguien en mi posición:
la de un refugiado". (5)
Con la enseñanza
del Seminario 11, “Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis”, Lacan
establece una ruptura, un cambio de
perspectiva, es el comienzo de la elaboración propiamente lacaniana, como afirma Jacques-Alain Miller en su
libro El
Banquete de los analistas.
Como de historia se
trata, conviene tener presente que el título del primer capítulo del Seminario
11 se titula “La excomunión”, precisamente debido a que Lacan ya sobrepuesto de
los acontecimientos vividos, testimonia a sus alumnos haber sido objeto de una
censura nada ordinaria, el Comité Ejecutivo de la IPA proscribe su enseñanza e
impide la posibilidad que pueda habilitar a otro como psicoanalista, además de
ello, su separación definitiva, para siempre, es la condición necesaria para
que la SFP pueda
ser afiliada a la IPA
y dice: Se trata pues de algo en todo comparable a lo que en otros sitios se
llama excomunión mayor. Con la salvedad de que ésta, en los sitios en que se
emplea este término, no se pronuncia jamás sin posibilidad de remisión. (6) Y Lacan recuerda que únicamente existe
en esta forma en una comunidad religiosa,
conocida como o llamada la sinagoga y que la padeció Spinoza en
1656. Él fue objeto del Kherem, excomunión mayor, aplicándosele luego la condición de la imposibilidad de regreso
como ahora lo han hecho con él.
Lacan
no deja pasar la ocasión en ese momento para expresar que durante dos años
había estado en la posición de saber que lo estaban negociando aunque afirma que ser negociado no es una situación insólita para un
sujeto humano. Pero agrega algo más: "La situación, no tenía pues, a
este respecto, nada de excepcional, si se descarta que el hecho de ser
negociado por colegas, y hasta por alumnos, como los llamé antes, recibe a
veces, visto desde afuera, otro nombre". (7) Lacan se reserva este nombre pero es evidente que la palabra
"traición" flota en el ambiente.
Como
nos dice Graciela Brodsky, Lacan se indica a sí mismo como desecho del
movimiento psicoanalítico. Él de quien se decía ante la comunidad analítica era
el amo, no era otra cosa que un desecho. (8) Vamos a ver luego cómo Lacan desdramatiza su excomunión y
logra dar una vuelta de tuerca a su lugar de desecho del movimiento
psicoanalítico al mostrar que lo que
estaba en juego no era su propia persona
sino el rechazo del concepto.
El
lugar del desecho es lo propio del analista: él ocupa el lugar del objeto a,
aquel que causa el deseo y produce al sujeto del inconsciente, al mismo tiempo
que instala el dispositivo inherente a la transferencia analítica: el Sujeto
Supuesto al Saber. El sujeto que puede saber acerca de las causas de su
deseo. Esto quiere decir que el analista no está allí como sujeto de su propio
inconsciente, en consecuencia, no fomenta la identificación ni responde a la
demanda del analizante en la transferencia. Por el contrario, el análisis
culminará cuando el analista se haya convertido en este objeto que ya no es necesario.
A eso se dispone el psicoanalista.
Desde
otra perspectiva, la propia noción de objeto a -Lacan dirá que es su
verdadero aporte al psicoanálisis- en el movimiento psicoanalítico, tendrá un
lugar análogo: ser el agente de la elaboración provocada; por eso dirá: “hagan
como yo, no me imiten”.
El 21 de junio del
mismo año (1964), durante El seminario
11, Lacan funda la
Escuela Freudiana de París: "Fundo, tan solo como lo he estado siempre en relación a la causa
analítica"; son sus primeras palabras del Acto de Fundación. Más allá
de la tristeza que se percibe, esta frase nos da una primera respuesta a la
cuestión de la garantía y del reconocimiento del psicoanalista. Plantea los
principios de la Escuela
donde el trabajo del propio análisis es lo que proporciona al psicoanalista las
razones de su acto. Lo que le importa a Lacan
transmitir es que el psicoanalista, aun cuando se agrupe, está solo,
solo en el acto de su práctica, así como en el acto que lo conduce a adherirse
a una institución psicoanalítica. Está solo como lo estuvo a lo largo de su
propio análisis. La formación del psicoanalista debe ser tomada a cargo por la Escuela. La dirección
y funcionamiento de ésta no implican jerarquía alguna. Quiere dejar en claro
que no se producen psicoanalistas por una operación institucional o por una
adhesión a una ideología sino por el único camino posible, el recorrido de un
análisis personal.
Este Acto
de Fundación se reafirma e1 9 de octubre de 1967. El proceso que empieza en el
1953 termina en dos tiempos: con la fundación de la Escuela en el 1964 y con la Proposición del 9 de
octubre en el 1967, donde Lacan propone a su Escuela el dispositivo del pase,
que es un procedimiento mediante el cual el psicoanalista que ha terminado su
análisis y se ha instalado en ese lugar viene a elaborar con otro las razones
de su instalación.
Es un hecho que la
historia continua y en 1980, será el
propio Lacan quien disuelva la Escuela Freudiana de París para evitar que se
constituya como grupo consolidado institucionalmente,
denunciando su anquilosamiento. Se crea entonces la Escuela de la Causa Freudiana
que dura hasta nuestros días.
Es necesario
remarcar que la Escuela
es el nombre que Lacan eligió al decir
de J.A. Miller para su banquete de los analistas. Fue una salida histórica para
el movimiento psicoanalítico, diferenciándola de la Sociedad al invitar a los
no analistas a formar parte de ella en su interior. Esta salida pone de relieve
que la Escuela
no es para los especialistas. Crea un conjunto donde se encuentran analistas y
no analistas.
Hoy en día la
enseñanza de Lacan está en el lugar que merece, brilla con luz propia dando
cuenta de sus fundamentos y sus alcances clínicos. Es una propuesta seria y
reconocida aun por aquellos que en su momento la rechazaron.
Esta es una
historia que merecía ser contada.