27 de agosto de 2014

Eva-Lilith Nº 16

Boletín de las VIII Jornadas de la NEL
      Eva-Lilith
     Nº 16

 La fraternidad del cuerpo y el goce femenino

Martha Carolina Forero

Eric Laurent[1] en su texto “Racismo 2.0” nos invita a analizar las nuevas formas de segregación que aparecen en cada uno de nuestros contextos y que corresponden a la advertencia de Lacan[2] en el Seminario ...o peor, en relación al establecimiento de “comunidades de hermanos”, que ante la ausencia del Padre y el desfallecimiento de su ley se guiarían por lo real del cuerpo. Todo esto con serias consecuencias en las formas de goce;  un goce extraviado, sin brújula que abre la puerta, de acuerdo a Laurent, a la construcción de “fantasmas inéditos”, en lo que Lacan describe como una segregación basada en la idolatría al cuerpo, como un nuevo referente, como una nueva religión.

Y de esta idolatría al cuerpo, vemos casos que nos proponen repensar sobre lo que falla en el orden simbólico en el mundo contemporáneo. Un ejemplo que tenemos a la distancia de un click es la modelo ucraniana Valeria Lukyanova, conocida como la "Barbie humana", quien literalmente ha re-creado en su cuerpo a la famosa muñeca, pero no bastándole su imagen en el espejo o más bien en las pantallas, va más allá: ahora transforma a otros… inicia a dar consejos de estética, no solo de nutrición y belleza, sino en torno a lo que considera el “matrimonio ideal: no inter-racial, para garantizar la belleza de las razas puras y  con ello evitar el necesitar demasiadas cirugías”. Una versión particular de la propuesta nazi, pero no menos aterradora.

Para Lacan lo que origina la segregación del otro, es el rechazo de formas de goce distintas. Se segrega al que goza diferente. Esto contrasta con el aumento de la oferta y la demanda en torno a construir  cuerpos perfectos, hoy se puede comprar desde la nariz de moda, la cintura de moda, hasta cambiar el color de cualquier parte del cuerpo ¿Pero para qué quiere el sujeto contemporáneo un nuevo cuerpo?

El tiempo de hoy es el de la lógica del capitalismo, donde el Otro no existe y es la ciencia la que impone al sujeto nuevas formas de gozar, de gozar sin límites y de acuerdo a sus leyes, no de la religión, sino del mercado. Juan Fernando Pérez[3] en “Acting out, Síntoma y angustia”  nos acerca a los síntomas que surgen en “este supermercado interminable que es la ciudad de hoy y en las cuales se reducen las posibilidades para el vínculo afectivo...”

¿Qué está haciendo el sujeto contemporáneo ante tal dificultad para establecer vínculos? ¿Qué vende el mercado de la ciencia para velar la no relación sexual?

Los cuerpos de hoy, literalmente cortados por la misma tijera, pudieran representar este empuje a gozar de esta feminización de la estética de los cuerpos, pero a la vez denuncian el establecimiento de fundamentalismos en torno al tipo de cuerpo que La mujer debe tener. Efectivamente podemos observar cómo en la clínica se ve cada vez más un sin límite en  relación a esta búsqueda, donde ante la ausencia de un significante que ponga el freno a la metonimia, el sujeto se pierde por una ruta que consume tanto al cuerpo como al sujeto mismo.

La tarea del analista está en permitir a cada sujeto, que en su extravío pueda ubicar desde dónde hace la demanda de transformar su cuerpo, que participe, como nos dice Bassols[4], frente a este aparente exceso de “feminidad” y pueda encontrarse con su división, para que se interrogue ese semblante que vela lo que de  femenino no hay cómo atrapar. 

[1] Laurent, E. (2014) Racismo 2.0, en Telam. Bs.As.
[1] Lacan, J. (1971-1972) …o peor. Paidós. Bs.As pag. 230-231
[1] Pérez, J-F. (2007). Acting out, Síntoma y angustia. En Vitualia #16
[1] Bassols, M;  Cors, R (2014) Respuestas a Eva-Lilith. Boletín de las VIII Jornadas de la Nel, N°1


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Comisión Editorial Boletín Eva-Lilith 
Raquel Cors Ulloa 
María Hortensia Cárdenas 
José Fernando Velásquez
  

Entrevista a Miquel Bassols



XXIII Jornadas Anuales de la EOL
29-30 NOV 2014
"Bordes de los femenino.
Sexualidades, maternidad, mujeres de hoy"
En este número del Newsletter les acercamos algunos fragmentos de una entrevista imperdible, realizada a Miquel Bassols a fines de mayo en “La casa de la Paraula” de Barcelona.
Se trata de una conversación extensa en la que el actual presidente de la AMP recorre, con una claridad ejemplar, muchas de las problemáticas que hacen a la actualidad de nuestra práctica. De allí les ofrecemos los párrafos en los que aborda puntualmente el tema de nuestras próximas jornadas; la entrevista completa se puede leer en el siguiente enlace: Miquel Bassols
Buena lectura!!


“El propio lugar del psicoanalista fue indicado por Lacan como un lugar más bien femenino”.


Lacan decía que “las mejores psicoanalistas eran mujeres. También las peores”. ¿La mujer será importante para sostener, ya no sólo la práctica analítica, sino también otros discursos del siglo XXI?

Con respecto al psicoanálisis está clarísimo: el propio lugar del psicoanalista fue indicado por Lacan como un lugar más bien femenino. Digamos que los tres lugares que han sufrido la mayor segregación en nuestra cultura: la infancia, la locura y la feminidad, han ido cambiando de lugar. En el siglo XX el lugar de la mujer ha cambiado no solo en la familia, sino en todo el ámbito social, en la cultura, en la ciencia. La feminización del mundo contemporáneo es un tema de trabajo recurrente para nosotros y es algo que alcanza todos los ámbitos de la realidad. Hay una feminización que, leída según la lógica de la sexuación elaborada por Lacan, da cuenta de este cambio, entendiendo lo femenino como aquello que introduce en el discurso contemporáneo una lógica no fálica. La feminización introduce una nueva lógica que tiene que ver también con lo que hablábamos ahora sobre lo Uno y lo Múltiple. Es una forma de reintroducción de lo Múltiple en lo homogéneo. Y estamos viendo múltiples fenómenos en la actualidad de la dificultad que tenemos hombres y mujeres para entender y hacer algo con la feminización del mundo contemporáneo. Uno de los temas sobre el que últimamente ha intervenido la 
AMP en el marco de la ONU —la AMP es un órgano consultivo suyo— ha sido el de la violencia contra las mujeres, un tema que preocupa internacionalmente como una verdadera epidemia. No hablo ya de España donde es un tema de primera página de los periódicos de cada día. Es un fenómeno que toma un carácter nuevo precisamente por las dificultades que los vínculos sociales, familiares, y también profesionales, tienen con la aparición del fenómeno de la feminización del mundo. Estamos en un momento donde la presencia de lo femenino y de la mujer cambia los ejes de coordenadas del sujeto contemporáneo en su relación con el goce. Las próximas Jornadas de la NEL (Nueva Escuela Lacaniana) en Lima a las que asistiré tratarán sobre este tema: “Lo femenino no es solo asunto de mujeres”. Lo femenino no importa ni está solo en las mujeres, toca los vínculos entre los sexos y los de la relación de cada sujeto consigo mismo. En ese sentido, hay que recordar el lugar que Lacan encontraba en la mujer como Otra, no solo para el hombre, sino también como Otra para sí misma. Dicho de otra manera, el lugar de lo femenino se está revelando como un lugar fundamental donde cada sujeto se convierte en una alteridad para sí mismo, lo que no siempre es fácil de soportar.

¿Qué es lo que hay de femenino en cada sujeto que lo convierte en otro para sí mismo? Del lado masculino las cosas se plantean de manera distinta. En la historia del patriarcado, en la tradición más edípica y patriarcal, lo fálico, lo paterno, lo masculino imperaba con una homogeneización que implicaba una segregación de ese lugar de lo femenino. Es el psicoanálisis, en contra de lo que muchas veces se dice, el primero que se dio cuenta de eso. Freud entendió enseguida que ahí había algo que se cruzaba en la tradición patriarcal. Aunque no supiera muy bien cómo localizarlo, lo llamó “el continente negro”, dio cuenta ya de esta nueva geografía que se abría paso en el siglo XX.

¿Cuál sería el mapa de lo femenino en el siglo XXI?

Con el declive de la imago paterna y con la pluralización de los Nombres del Padre anunciada por Lacan más allá del Edipo freudiano, la geografía ha cambiado y seguirá cambiando. Cada vez existe menos la figura del padre como representante de la ley y de la autoridad simbólica, la ley del todo o nada, sostenida en la lógica binaria del uno y del cero. Si seguimos con la metáfora geográfica, el “continente negro” se va revelando hoy como un lugar que descompleta a cada país en sus fronteras simbólicas, por otro lado cada vez menos seguras y precisas. Inútil poner puertas al campo. Lo Otro penetra en lo Uno y el nuevo lugar de la feminidad y de la mujer, tanto en la familia como en los distintos ámbitos sociales, se hace absolutamente imprescindible para entender las nuevas coordenadas de la cultura contemporánea. La no paridad entre lo sexos es ya impensable en lo ‘políticamente correcto’. Para decirlo con los términos de la lógica lacaniana, nos introducimos en la lógica del no todo más allá de la lógica del todo. Eso plantea problemas muy nuevos porque a la vez persiste una inercia donde el discurso de la homogeneización, el discurso fálico, aprieta por otro lado de manera persistente. Algunas religiones, también algunas políticas identitarias, y muy especialmente las culturas islámicas reaccionan de modo cada vez más radicalizado. La añoranza del padre, que Freud igualó a la idea de Dios, no anuncia nada bueno. De modo que este es ya un tema fundamental, tanto en la clínica como en la política, y va a serlo cada vez más. Depende de cómo hombres y mujeres entendamos ese nuevo lugar de lo femenino en la experiencia subjetiva que podremos darle un destino u otro. Digamos que un análisis se puede definir también como la exploración en cada sujeto de esa zona del no todo, de esa zona de lo femenino en su vida, en su experiencia y en su vínculo con los otros. En ese punto la experiencia analítica es un laboratorio de investigación crucial para situarse frente a estas nuevas formaciones de la feminización del mundo contemporáneo. El inconsciente en el siglo XXI es eminentemente femenino, Eurídice dos veces perdida para Orfeo, para seguir el mito que Lacan retomó en su Seminario.


En este punto me gustaría distinguir y diferenciar qué es lo femenino porque hay muchos movimientos feministas que parten más de la lógica fálica o de la homogeneización que de lo femenino. ¿Habría que poner un interrogante para distinguir desde qué lógica parten fenómenos como las Femen[1] u otros movimientos feministas, por ejemplo?

Sin duda. Las mujeres mismas han sido muchas veces las mejores portadoras del discurso fálico, a veces reivindicando una reciprocidad y una simetría entre lo sexos que el psicoanálisis siempre ha puesto en cuestión. Hay que estudiar cada movimiento feminista en su diferencia porque en el propio feminismo ha habido corrientes muy diversas. Por otra parte, el discurso de la igualdad es un discurso muy contemporáneo: “todos somos iguales”. Es ya una manera de cerrar el problema cuando, precisamente, se trata de saber de qué manera cada uno es diferente de los otros. Justamente lo femenino aparece como la diferencia radical. Hay discursos del feminismo que han sabido elaborar esta diferencia pero hay otros, en efecto, que se han quedado en la reivindicación de la lógica fálica, del “vale y debe valer para todos”. Nos encontramos aquí con una paradoja que viene ya de la Ilustración. La Ilustración, por fortuna por un parte, introdujo el “todos somos iguales ante la ley, todos tenemos los mismos derechos, los derechos humanos son universales”, pero a la vez se encuentra con un problema, con una paradoja ya que con eso se oblitera también la singularidad y la diferencia que introduce lo femenino. Es interesante seguir desde ahí la historia de la mujer y de lo femenino porque aparece siempre como un contrapunto a la lógica del “todos somos iguales”. La diferencia sexual es irreductible, eso es lo que descubrió el psicoanálisis desde sus orígenes. Cuando se trata ya no del sujeto representado por la ley civil sino del sujeto en relación al goce sexual, el problema no es entonces si somos todos iguales sino de qué manera cada uno se sitúa de manera singular en relación a la diferencia sexual. Ahí es donde la cuestión de lo femenino aparece como un obstáculo a cualquier lógica del todo. Hay que matizar muy bien esto porque a veces con el discurso de la reivindicación se reintroduce y refuerza aquello que se pretendía criticar. Por eso el discurso reivindicativo no es siempre el más efectivo. Hay que detenerse para ver en qué está uno implicado y en qué participa de aquello de lo que se queja. En los conflictos y malestares de la relación entre los sexos, los psicoanalistas lo escuchamos cada día.


Entrevista publicada en "La Casa de la Paraula" por Marta Berenguer
Autor de la fotografía: Albert Roig.


[1] Femen es un grupo radical feminista que ha conseguido fama mundial a costa de acciones espectaculares, caracterizadas por presentarse sus miembros desnudas de cintura para arriba y utilizar sus pechos para escribir mensajes reivindicativos, forma de protestar que sus activistas denominan sextremismo.

26 de agosto de 2014

Eva-Lilith Nº 15


        Boletín de las VIII Jornadas de la NEL 
      Eva-Lilith
     Nº 15
 
 El padre y el cuerpo en las neurosis

 María Hortensia Cárdenas

El neurótico se amolda y se habitúa a su síntoma para poder vivir sin mayor incomodidad aunque sufra y se lamente. Resulta paradójico pero él es feliz con su síntoma. Hasta que llegue el momento en que, a causa de una contingencia, le resulte insoportable, ocasión en la que podrá demandar ayuda.[1]

El neurótico está dedicado a responder y a entregarse a la exigencia superyoica del goce. Las ficciones alrededor de las cuales se ha identificado y se ha hecho un ser se sostienen en la creencia de la verdad y en el Nombre del Padre que es garante del deseo y del ser.

Pero podemos preguntarnos si la neurosis nos sigue enseñando sobre un modo de relacionarse con el síntoma y el Edipo; si el padre sirve aún hoy como un recurso para resolver el goce por el sentido, como antes, cuando el síntoma parecía hablar de un sentido fálico dado al goce, de un sentido construido vía la metáfora paterna.

El síntoma freudiano, partiendo de la histeria y sus diferentes modalidades neuróticas que incluyen al obsesivo,[2] nos enseñó que el síntoma comporta un sentido sexual, que el cuerpo habla por efecto del lenguaje sobre el cuerpo. El sentido del síntoma giraba alrededor del padre. En el síntoma histérico: organizado alrededor del amor al padre y a la identificación a su síntoma. En la neurosis obsesiva: el amor al padre convertido en odio produce el drama del obsesivo y verifica la agresividad edípica del sujeto.

La neurosis se presenta hoy más vinculada a una satisfacción directa, a un goce desregulado en el que los cuerpos hablan pero sin articularse al inconsciente, sin mayor afán por descifrar el sentido del síntoma. Los síntomas se presentan anclados más en lo real, a un rasgo que se repite y no dice nada a nadie, solo dan cuenta de un modo de satisfacción. Por eso el abordaje de la neurosis se topa con una barrera cuando se intenta limitarlo por el Edipo y el padre. La lectura edípica no puede dar cuenta de la sexualidad.

La producción de la neurosis en el análisis –enseña Lacan en el Seminario 19–, “solo es alcanzable en la medida en que la acción de los padres se articula justamente por la posición del analista”.[3] Hacer surgir los significantes primordiales es la operación analítica. Solo así se puede constituir en la operación analítica un modelo de la neurosis que podría acabar con la reproducción vana del goce.

El cuerpo parece hablar de un goce por fuera del sentido, que excede al falo, más próximo a un efecto de lalengua sobre el cuerpo. La práctica psicoanalítica estará menos orientada por el sentido –no basta con la palabra del sujeto–. Lacan dirá que el sentido es flojo, hace de tapón y no llega lejos.[4] Se trataría de un forzamiento para hacer sonar otra cosa que el sentido al dejarnos guiar más por la forma de satisfacción del cuerpo como soporte del goce. La intervención analítica apuntaría más a “eso que se goza”. Pero sin que esto implique que no se pase por las ficciones y el fantasma haciendo un cortocircuito. Es un recorrido que se inicia por el sentido para alcanzar lo real. Nos servimos del padre a condición de prescindir de él.

La práctica psicoanalítica orientada por lo real a partir del No hay relación sexual y Hay de lo Uno, de un goce singular que se revela como puro acontecimiento de cuerpo para todo ser hablante, será abordada por el lado del goce femenino, indecible e imposible, para arribar así al estatuto del goce singular que queda opaco al sentido y que constituye el pivote irreductible de un análisis.

[1] Miller, J.-A., Piezas sueltas, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 48.
[2] Ibíd., p. 75.
[3] Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, pp. 149-150.
[4] Lacan, J., Seminario 24, “L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre”, clase del 19 de abril de 1977, inédito.

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 Comisión Editorial Boletín Eva-Lilith
Raquel Cors Ulloa
María Hortensia Cárdenas
José Fernando Velásquez

20 de agosto de 2014

Eva-Lilith Nº 14



Boletín de las VIII Jornadas de la NEL
      Eva-Lilith
     Nº 14


Respuestas a Eva-Lilith  
Por: Beatriz Udenio

Eva-Lilith: El psicoanálisis, como dice en algún lugar Miller, ha inventado tal vez otro goce, el goce puro de la palabra, y recomienda que el analista esté alejado del goce que podría resultar para él mismo de esa posición. ¿Cómo se hace el giro desde ese otro goce puro de la palabra al goce donde el significante no comunica, sino que solo nombra?

Eva-Lilith: ¿Podría hablarse de una “clínica de lo femenino” a partir de la puntualización del no tener, (no tener derecho, el ser excluido), de la mascarada, del hijo como sustituto; pero ello está en la lógica del falo. ¿Una “Clínica de lo femenino” del lado de lo real es la clínica del dolor psíquico que se enraíza en el cuerpo, de una cierta relación con el infinito, con el exceso y con el estrago, con realizarse en el no tener?

                                                     Infinito y borde

Beatriz Udenio: “Ud. goza con cada palabra que dice”, fue una de las intervenciones tempranas que escuché en el que fuera mi tercer y último análisis. En efecto, la palabra impregnada de goce se articulaba con el semblante “la encantadora voz” que sostenía para el Otro. Esa palabra, atrapada en la insistencia repetitiva del fantasma, me hacía padecer cada vez más – lo que abría la única posibilidad de situarlo bajo transferencia, consintiendo a vaciar el contenido de goce que vehiculizaba. Entonces, en lo que a mi caso concierne, este goce de la palabra no se originaba en la cura sino que era una de mis cartas de presentación. Releo hoy que, de entrada, las intervenciones del analista tuvieron que ir directo a ese punto, para que pudiera ser cedido al trabajo transferencial.

Una vez situada desde el punto de vista sintomático, la palabra entraba, en ocasiones, en rodeos que la dispersaban, infinitizándose. ¿Al servicio de qué?

En una primera versión pesqué que se trataba de hablarle a alguien que no escucha, que no solo me sumergía en la insatisfacción histérica sino que me conducía al enloquecimiento con los partenaires. Eran orejas buscadas como relevo del padre.
Solo tirando la oreja muerta del padre –como un sueño lo señaló- la palabra pudo comenzar a tomar otro estatuto. Además, dar vueltas con la palabra alimentaba la gula del superyó, pidiendo siempre “una cosa más”.

Fue el trabajo con el objeto voz el que logró abrir una dimensión otra para captar la esencia de ese síntoma donde la palabra se me des-bordaba, dis-locá-ndome, abriendo así el último recorrido analítico que desembocaría en su uso sinthomático.

Es justo el punto donde puedo hacer entrar el asunto de cómo diferenciar cuándo un síntoma es respuesta al no-tener y cuándo a la cuestión de la inexistencia- o sea, a un no-hay. Son nociones bien disímiles. Es del lado de esta última –la inexistencia- que me parece conveniente plantear lo que denominan “Una clínica de lo femenino”. El tema me interesa, estoy trabajando en él, y puedo anticiparles algo.

El desborde tenía estrecha relación con mi condición de mujer. De allí que me atrajera  aquello que involucrara bordes, límites, finitudes. Me zambullí precozmente en el Seminario 20 –Aun- interesada en esos conjuntos abiertos que llegan a constituir una finitud sin la idea de serie (contable, numérica), sino de lista (una por una). Ven que allí hay una finitud, entendida de modo diferente a lo habitual: es un conjunto donde el rasgo en común es la inexistencia de un rasgo en común que permita decir La mujer. Entonces, el goce femenino de cada una mujer no encuentra límite en un rasgo patrón de medida. No hay. Es en cambio el goce que sí tiene medida –el fálico- el que se contabiliza en un tener o no tener. En mi caso, ese goce contable, en el marco del tipo histérico, se jugaba como privación en la modalidad de des-pojada. Cuando atrapé esto, cesó el goce de la privación. Lo que señalan del “realizarse en el no-tener”, a mi entender, participa de este modo de goce.

También capté que la solución a lo que restaba como Otro goce -no fálico- no radicaba exclusivamente en la demanda de que el partenaire me hable, pues en un punto eso quedaba aún ligado a la posición histérica, haciendo pesar sobre el hombre como subrogado paterno la función  de sostén de lo imposible de “tener” del lenguaje, del cuerpo, del goce. Y que esa búsqueda insistente en el hombre me llevaba al enloquecimiento y la devastación.

En cambio, abierto el camino a que el goce del recorrido pulsional se situara no en el objeto (la voz) sino en el ir y venir, en el trayecto, des-bordándome y bordeando, se esclareció otro tipo de funcionamiento y de goce, que confluyeron en mi solución sinthomática. El partenaire no tenía por qué ser más quien proveyera el límite a ese des-borde. El sinthoma, en mi caso,  resumido en una escritura que bordea, limita una deriva, en un movimiento de ir y venir, dando la vuelta, y encuentra su localización a nivel de la palabra y de esa escritura. Escapa a lo exhaustivo y circunscribe lo insoportable, loco, de asimilar: de lo extranjero-íntimo del lenguaje y lo extranjero-íntimo del goce, siempre Otros.
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Comisión Editorial Boletín Eva-Lilith
Raquel Cors Ulloa
María Hortensia Cárdenas
José Fernando Velásquez

19 de agosto de 2014

Seminario Internacional "Lacan y la doctrina del Uno"

Eva Lilith Nº 12


Boletín de las VIII Jornadas de la NEL 

      Eva-Lilith
     Nº 12
 
  Cartel Familia y Pareja 

Mónica Pelliza

Existe una multiplicidad de formas de familias en el mundo contemporáneo: la familia tradicional así como aquellas homo-parentales, mono-parentales, ampliadas etc. Cualquiera sea su estructura Lacan plantea que hay un punto irreductible de la posición de padre y de madre jugándose estas perspectivas en quien las asuma, más allá de la diferencia anatómica.

En el texto Las nuevas inscripciones del sufrimiento en el niño, E. Laurent llama nuestra atención sobre un punto que Lacan plantea en el Seminario de un Otro al otro donde el perverso tendrá su objeto -la mujer fálica- y el neurótico a la familia con el objeto a en tanto que liberado, como residuo. 

Se trata de familias que toman al niño como objeto, objeto de goce, objeto a. Es a partir delniño que se organiza la familia, pero no en tanto que ideal sino en tanto que condensa goce de la madre, de la familia y de la civilización. 

Si se sostiene a este niño como objeto de goce existe la posibilidad de reducirlo a un conjunto de manifestaciones somáticas, donde se minimiza el eje subjetivo. Así la hiperactividad, dificultades en la concentración y aprendizaje, caprichos, trastornos bipolares, adicciones, compulsiones etc., son abordados desde lapsiquiatría y la medicación.

En el texto citado E. Laurent precisa el mecanismo para “poner freno al goce”, más allá del
Nombre del Padre. Se trata de un padre residuo que en tanto instrumento permite mantener un lazo entre imaginario, simbólico y real.  Se conoce a este padre por un acto. Se trata de poner un freno al empuje al goce mortal autorizando una relación viable con el goce.

La subjetividad, la humanidad, el sujeto mismo se construye a partir de la familia conyugal.  No se trata sólo de la satisfacción de las necesidades.  Se trata de la trasmisión del estatuto del deseo; de que la madre tenga un deseo no anónimo por el niño, un interés particularizado por ese niño y que el padre sostenga una encarnación de la ley en el deseo. 

En el mundo contemporáneo hay familia cuando a través de la satisfacción de las necesidades y de los cuidados al niño se produce ese objeto de goce. La familia se estructura, se organiza a partir del niño colocado en posición de objeto a.

Retomo el texto de Lacan “Nota sobre el niño” en la cual el niño colocado como objeto en el fantasma de la madre responde a la posición psicótica. Pero más allá de la psicosis el niño en tanto objeto puede poner en juego algo del goce femenino de la madre.

Es interesante seguir las hipótesis de Leda Gimarães, quien en el “El estatuto de la feminidad en nuestros días” formula que queda un remanente de la fantasía en toda madre que responde al goce femenino que impacta la subjetividad de los niños. Se trata del goce femenino de la madre en tanto que mujer. Este goce apresa al niño como objeto del goce femenino, llegando a disfrutar del goce femenino a través del amor materno. 

Se relaciona con un amor infinito e incondicional, indecible. Localiza en el niño la posición de objeto en la que ella misma se sitúa, en su propia fantasía, como mujer.

El goce femenino no se circunscribe a las mujeres, sabemos que el hombre puede alojarse en el lado femenino de las fórmulas de la Sexuación donde se juega el No-Todo. Sea hombre o mujer quien cuide del niño, queda preso, en algún punto, como objeto del goce femenino. Esta posición de objeto del niño angustia a la madre puesto que la enfrenta a un goce íntimo. A un niño objeto le corresponde una madre angustiada. Encubre lo real con un semblante engañoso: hijo desprotegido, enfermo, defectuoso etc.

¿Cuáles las consecuencias subjetivas en el niño apresado en esta posición de objeto condensador de goce de la madre, de la familia y de la civilización? Ya no se trata de una familia regulada por el Nombre del Padre, la familia tradicional, donde los efectos subjetivos son conocidos como las neurosis, psicosis y perversiones clásicas. La desregulación del goce produce estragos en la subjetivación fantasmática de su condición humana como sexuado.  El impacto de la desregulación llega a través de las toxicomanías, problemas de alimentación, comportamientos transgresores - delictivos etc.  

Es una apuesta para el psicoanálisis tratamiento del No-Todo.

Referencias Bibliográficas

Laurent E., Las nuevas inscripciones del sufrimiento en el niño, Psicoanálisis con niños y adolescentes, Ed. Grama, Buenos Aires, 2007, p. 37.

Guimarães Leda, El estatuto de la feminidad en nuestros días, LOGOS 7, Ed. Grama, Buenos Aires, 2012,  p. 58 y 59.
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Eva-Lilith Nº 11

Boletín de las VIII Jornadas de la NEL
      Eva-Lilith
     Nº 11


Respuestas a Eva-Lilith 

Por: Marcus André Vieira

Eva-Lilith: ¿Cómo participa lo femenino, esa otra satisfacción, en la división del sujeto entre fantasma y síntoma?

Marcus André Vieira: El goce fálico se sustenta en el fantasma que es un verdadero guión  del placer, ubicando y condensando el goce del viviente. Pero esta ubicación no se ejerce sobre el goce desde afuera; ella es una conversión. El goce fálico es el goce del viviente tornado objeto, punto ciego y causa (se entiende que este objeto a sea un punto de contacto para el infinito de un goce sin ubicación, por eso puede producir angustia). En los términos de la pregunta: estamos siempre un poco entre el goce del sinthome, que lo entiendo aquí como el goce del viviente, y el goce del fantasma; pero pondría el énfasis más en el pasaje posible de uno a otro goce, que sobre la división o separación entre ellos.

Eva-Lilith: Si el fantasma es una máquina para transformar el goce en placer por la vía fálica, ¿qué podemos decir de la participación del goce femenino en la formalización del síntoma al final del análisis?

M. A. V.: En mi experiencia, lo novedoso del final de análisis fue percibir que esta conversión suele ocurrir cada vez en cada encuentro con el Otro. Hablo del Otro en su diferencia absoluta, sin proporciones predefinidas, el Otro que Lacan llamó en el Seminario 20 “el Otro del sexo”, de la diferencia sexual. Y uno no sabe jamás si ocurrirá este pasaje de uno a Otro goce, cómo ocurrirá dicha conversión y cómo harán presencia los goces en el cuerpo. Solo se sabe que una parte del encuentro, como un acontecimiento, pasará necesariamente por los caminos del fantasma. Así, decir que “el Otro del fantasma se vacía” quiere decir que el Otro será Otro a cada vez. Tal vez sea así: la verdadera contingencia está del lado del Otro.

Eva-Lilith: Lo femenino hace alusión al no todo significante de la satisfacción, pero, podemos precisar mejor, ¿cómo lo femenino, aquello que de la satisfacción está a la deriva, se relaciona con el “UN” significante cualquiera?

M.A.V.: Hay otra contingencia que no es la que acabo de ubicar, que es la contingencia del fantasma, que es solamente suceso o fracaso, cara o cruz. La otra, la del sinthome es otra cosa. Es la contingencia del fantasma (suceso/fracaso) más una "x". Abrir-se a esta "x" como variable necesaria de la vida es lo que yo llamaría “lo femenino”, por lo menos en mi caso. El fantasma se subordina así al significante cualquiera. El goce fálico es posible pero en articulación con el encuentro.

Eva-Lilith.: ¿Podría generalizarse la fórmula de “el empuje a La mujer” como una feminización no solo presente en el paranoico sino presente en toda estructura subjetiva y también en la estructura social?

M. A. V.: Las mujeres nos enseñan que la castración puede ser incluida como sinthome. Vivir como sinthome de un hombre es hacer de este hombre un ancla para su goce, es servirse de su modo de gozar (fantasma incluido) para aislar un poco de su propio goce en el modo fálico. 

¿Es posible pensar que la función de anclaje pueda ser ejercida por otra cosa que no sea el fantasma, que no sea el eje Edipo/padre/castración? La psicosis siempre nos enseñó sobre eso. Lacan apunta también para esta posibilidad en un panorama más amplio en el cual la psicosis es una referencia garantizada, por ejemplo con Lol V. Stein, de Marguerite Duras. 

Nuestros tiempos también indican que tenemos que explorar estas posibilidades, la de un "no-todo sin todo", de un no-todo fálico, tal vez con el falo pero sin el padre. Es tal vez, lo indicaba Miller ya el 98 en su Seminario sobre El Otro que no existe cuando afirmaba que estamos en tiempos de un pastout partout, “no-todo en toda parte”. 

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