Eva-Lilith
No. 43
26 de noviembre de 2014
No. 43
26 de noviembre de 2014
Todavía saboreando el gusto de las VIII Jornadas de la NEL, desde
el Boletín Eva-Lilith difundimos para ustedes los textos de las mesas de Arte,
de lo Femenino hoy y del Cartel. Que los disfruten!
Por:
María Eugenia Cardona, Ulises Orestes Cuellar Bermudez, Fernando Schutt,
Claudia Subieta, Ricardo Torrejón y Gabriela Urriolagoitía.
Al menos dos momentos creemos necesarios para arribar a lo que llamamos
feminización del mundo en el Discurso de la Modernidad:
Primer momento:
Devaluación de la función paterna como condición necesaria pero no suficiente:
A finales del siglo XVIII, las casas en EE.UU se quemaban por los rayos. Para
ellos era un “acto de dios”[1]. Inventado el pararrayos (producto de la
ciencia) los colonos lo instalan pero las iglesias no. Por algún tiempo,
las iglesias siguieron quemándose, hasta que dejaron caer el acto divino e
instalaron pararrayos.[2] La gente no abandonó sus respectivas
iglesias por adquirir este beneficio. No obstante, el discurso religioso quedó
limitado respecto a este particular fenómeno natural del cual se adquirió
cierto control que no se obtiene rezando. Se trata, para las ciencias modernas,
de una reducción simbólica de sus campos de estudio vía matemática, apelando a
las letras, excluyendo el sentido y produciendo cambios en nuestra relación con
lo real. Esta deflación que los efectos de la ciencia moderna produjeron en las
versiones del padre, es necesaria pero no suficiente para plantear la lógica
del no-todo que vinculamos con la feminización del mundo porque, todavía era
contemplativa y universalista, y en este sentido, parcialmente restauradora del
padre que ella misma devaluaba.
El uso que Lacan hace de la barra que separa significante y significado en la
fórmula saussureana, adquiere el valor de letra ya que permite releer el
inconsciente freudiano, sus formaciones, el falo, y formular al sujeto como un
efecto, entre otras cosas. Nos dice: “(…) ninguno de los efectos del
inconsciente se sustenta sino gracias a esa barra: pude demostrárselos en la
instancia de la letra”.[3] Esta nos permite atravesar los
fantasmas, devaluando los nombres del padre. Pero, ni todo el síntoma responde
a la lógica del significante, ni atravesar el fantasma implica necesariamente
la lógica del no-todo. Esta vía, nos deja del lado del análisis interminable,
devaluando al padre aristotélico-tomista, arraigado en el sentido común, pero
operante.
Segundo momento: Los efectos de la lógica en los fundamentos matemáticos:
La matematización de las ciencias produce la devaluación de los nombres del
padre. Pero, parece que encontrar los límites de cierta matematización, abre
las puertas a la feminización.
Bertrand Russell en su Introducción a la filosofía matemática[4], explica los límites de la misma. Uno de
estos límites se produce cuando en una función, la predicación coincide con lo
predicado. Un ejemplo sería la paradoja que produce el catálogo de todos los
catálogos en el conjunto “Todos los catálogos”, ya que es a la vez el conjunto
y un elemento del conjunto.
Al menos dos momentos creemos necesarios para arribar a lo que llamamos feminización del mundo en el Discurso de la Modernidad:
Primer momento:
Devaluación de la función paterna como condición necesaria pero no suficiente:
A finales del siglo XVIII, las casas en EE.UU se quemaban por los rayos. Para ellos era un “acto de dios”[1]. Inventado el pararrayos (producto de la ciencia) los colonos lo instalan pero las iglesias no. Por algún tiempo, las iglesias siguieron quemándose, hasta que dejaron caer el acto divino e instalaron pararrayos.[2] La gente no abandonó sus respectivas iglesias por adquirir este beneficio. No obstante, el discurso religioso quedó limitado respecto a este particular fenómeno natural del cual se adquirió cierto control que no se obtiene rezando. Se trata, para las ciencias modernas, de una reducción simbólica de sus campos de estudio vía matemática, apelando a las letras, excluyendo el sentido y produciendo cambios en nuestra relación con lo real. Esta deflación que los efectos de la ciencia moderna produjeron en las versiones del padre, es necesaria pero no suficiente para plantear la lógica del no-todo que vinculamos con la feminización del mundo porque, todavía era contemplativa y universalista, y en este sentido, parcialmente restauradora del padre que ella misma devaluaba.
El uso que Lacan hace de la barra que separa significante y significado en la fórmula saussureana, adquiere el valor de letra ya que permite releer el inconsciente freudiano, sus formaciones, el falo, y formular al sujeto como un efecto, entre otras cosas. Nos dice: “(…) ninguno de los efectos del inconsciente se sustenta sino gracias a esa barra: pude demostrárselos en la instancia de la letra”.[3] Esta nos permite atravesar los fantasmas, devaluando los nombres del padre. Pero, ni todo el síntoma responde a la lógica del significante, ni atravesar el fantasma implica necesariamente la lógica del no-todo. Esta vía, nos deja del lado del análisis interminable, devaluando al padre aristotélico-tomista, arraigado en el sentido común, pero operante.
Segundo momento: Los efectos de la lógica en los fundamentos matemáticos:
La matematización de las ciencias produce la devaluación de los nombres del padre. Pero, parece que encontrar los límites de cierta matematización, abre las puertas a la feminización.
Bertrand Russell en su Introducción a la filosofía matemática[4], explica los límites de la misma. Uno de estos límites se produce cuando en una función, la predicación coincide con lo predicado. Un ejemplo sería la paradoja que produce el catálogo de todos los catálogos en el conjunto “Todos los catálogos”, ya que es a la vez el conjunto y un elemento del conjunto.
Tal como Miller
plantea en el seminario sobre la lógica del significante[5], hay dos
opciones: 1- O lo excluimos como elemento, entonces hacemos la excepción que
permite cerrar el conjunto. Es decir: a condición de que ƎX (solución
equivalente al lado masculino de las formulas de la sexuacion. O 2- lo
incluimos como un elemento más del conjunto. Entonces no hay excepción, -ƎX
, pero, no se puede cerrar el conjunto ya que siempre faltará un elemento, es decir, , que equivale al lado femenino de las formulas de
la sexuación.
Dos varones feminizados (más allá de Juanito):
En el Seminario 18, Lacan menciona que Edgar Allan Poe, en La carta robada,
“Juega con el hecho de que la carta tiene un efecto feminizante”[6]; tanto para el ministro D_ como
para Dupin, al momento de tener la carta/letra[7]. Lacan diferencia la letra del
significante. En el cuento no se sabrá nunca el contenido de la letter/carta
pues con astucia este se ha ocultado. Entonces, lo que ocurre no es del orden
del significante sino de la letter/letra. El ministro D_, al percatarse que la
carta no está en su poder, se transformará nuevamente en aquel “(…) hombre que
se atreve a cualquier cosa”.[8] En este caso, feminizado, implica
haber dejado de lado ese “capaz de hacer cualquier cosa”. Por otra parte, dice
Lacan, “(…)[a] Dupin, la carta a su vez lo feminizó lo suficiente como para
impedirle contenerse en ese momento”[9]. De dejarle la pista que le indicaba al
ministro que él había sido quien lo privó del poder que la carta le confería.
El haber sustraído al Otro la carta /letra, posibilita para ambos personajes un
goce más allá del limitado por el falo. Lo que en ese espacio lógico sucede no
es del orden del significante sino del efecto de la letra, en la dimensión de
lo escrito, y fuera de significación.
Orden Dual:
Lacan en el seminario 19 dice: “La mujer es no toda porque su goce es dual”[10], y aclara que esto responde a su
relación no necesaria sino contingente con el falo. La feminización del mundo
la podemos entender como la extensión de la forma de goce femenino cuando los
lugares donde se sostenía la excepción están devaluados. Para Lacan lo
femenino significa un goce dual que se asegura por la existencia del al menos
uno. La mujer puede situarse con respecto a su goce o acotado en cierta forma
por el falo, o sin referente fálico, dando cuenta de un
sin-limite que, Lacan, ubicando lo femenino por excelencia, y al decir de
Graciela Brodsky[11], sostiene que “hay que pensar una
posición totalmente desinteresada en el tener; también en el ser porque el ser
es para tener. (….)Recomendación: mejor interesarse por el falo. Así, Lacan, en
el mismo seminario planteará la necesidad de al menos un hombre, donde se
representa esta dualidad de lo femenino. Planteamos, a modo de conjetura, que
la extensión de este orden dual esta lógicamente implicado en lo que llamamos
feminización del mundo: tanto el lado masculino como el lado femenino de las
formulas de la sexuacion son potencialmente elegibles cada vez. El lado
masculino nos permite un límite, a condición de que un goce quede excluido, es
decir, ficción. El femenino, permitiría incluir ese Otro goce pero a condición
de no acotarlo.
Consecuencias:
Acentuándose la modalidad de goce sin-excepción, la feminización del mundo nos
confronta con lo real desregulado y el puro capricho que se fundamenta en un
“yo quiero” que puede habilitar un sin límite “Eso empuja aún más a un-no tener
nada que perder -más exactamente a perder aun.” Que no tendría limite; una
variedad del imposible de parar femenino cuando esta modalidad se desencadena.”[12]. Como los ideales dependen del sentido
que ha quedado devaluado, “hay un ascenso al cenit social de a, o hay
dominación de a sobre I (...) {es} el goce de cada uno que se presenta como un
derecho” [13] . Son los ideales los que sostienen
el aplazamiento de la satisfacción, Si domina el objeto, la satisfacción debe
ser inmediata, y el mercado se vale de ello para ofertarnos infinitos objetos
de consumo que lleva a excesos e inmediatez.
La feminización del mundo implica efectos tanto para hombres como para mujeres.
Del lado masculino la exigencia de articularse a la función de todohombre[14] pero ya no como ficción sino
verificada uno por uno, lo que puede leerse como una exigencia superyóica
mortífera. La sospecha se generaliza sobre el otro y la evaluación se
hace indispensable. Del lado femenino, frente al debilitamiento de las figuras
viriles de los amos o los S1 un replanteamiento de cómo procurarse al menos uno
que posibilite la dualidad de su goce; ya que ella es solidaria de “nomásdeuno
que está en el ser de una mujer”[15]
Feminización del mundo que trae con ella los síntomas contemporáneos: anorexia,
bulimia, depresión, estrés, autismo y todas las formas derivadas de los
excesos.
Lo expuesto nos lleva a reflexionar sobre el lugar del analista y la
apuesta de su deseo en esta época del no-todo, porque como dice Miller: “el
discurso de la civilización hipermoderna tiene la estructura del deseo del
analista”[16]. El analista tiene su lugar en el uno x
uno, al habilitar una satisfacción que ni reinstaura un orden perdido ni deja
sin ceñir lo que al goce compete, bajo la invención individual de un anudamiento.
Mesa: La feminización del mundo.
[1] Un “acto de dios”, sigue siendo una figura
legal hoy en EEUU. En general se refiere a actos de la naturaleza para los
cuales no hay ley ni previsibilidad y se hace necesario legislar sobre ellos.
Por ejemplo: por dónde pasará un tornado.
[3] Lacan, J., El Seminario, Libro 20,
Aun, capítulo III “La función de lo escrito”, Paidós, Buenos Aires,
1985, p. 46.
[4] Russell, B, Introduction to Mathematical
Philosophy, Chapter 1 the Series of Natural Numbers. Pag 2. 1919. Barnes & Noble, INC. 2005
[5] Miller, J, Seminario: La lógica del
significante, clase 2. Matemas II. Ediciones Manantial SRL. Pag 35. 1988
[6] Lacan, J., El Seminario, Libro 18, De
un discurso que no fuera del semblante, capítulo VI “De una función que no
puede inscribirse,” Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 96.
[13] Miller JA El Otro que no existe y sus comités
de ética. En colaboración con E Laurent. Paidos. Buenos Aires, p 107 a 109
[14] Lacan, Jacques, “El seminario libro 18: De
un discurso que no fuera del semblante”, Paidós, Bs.As., 2009, p. 131.
[16] Miller J. A. “Una fantasía”. Conferencia en
Comandatuba. Revista Lacaniana de Psicoanálisis No 3, Buenos Aires
Consecuencias:
Lo expuesto nos lleva a reflexionar sobre el lugar del analista y la
apuesta de su deseo en esta época del no-todo, porque como dice Miller: “el
discurso de la civilización hipermoderna tiene la estructura del deseo del
analista”[16]. El analista tiene su lugar en el uno x
uno, al habilitar una satisfacción que ni reinstaura un orden perdido ni deja
sin ceñir lo que al goce compete, bajo la invención individual de un anudamiento.
***
Comisión
Editorial Boletín Eva-Lilith
Raquel Cors Ulloa
María Hortensia Cárdenas
José
Fernando Velásquez
Raquel Cors Ulloa
María Hortensia Cárdenas