Estimados amigos:
Iniciamos un nuevo ciclo de entrevistas para el blog del CID-Lima.
Queremos agradecer a Araceli Fuentes por aceptar participar en la entrevista, por su afable presencia y generosa transmisión.
Por:
Angélica Ballón Sánchez
Roberto Carlos Galván Sánchez
Con relación al Seminario que has dictado hemos
visto con mucho interés algo nuevo en lo que has formulado como, lo creemos
así, una clínica más centrada en el objeto. Y la hemos diferenciado de otras
concepciones más ligadas a la vía del significante. En primer lugar sorprendió
que no esté el tema del deseo, cuando para nosotros el deseo ha sido un punto
gravitante en la orientación. Y en segundo, sorprende el tema de la demanda,
hay un énfasis en el tema de la demanda cuando a veces se ha pensado como
presente al inicio a las entrevistas, luego surge el deseo del lado del
analizante.
Los
analistas operamos con la interpretación, es decir que nos servimos de la
palabra del analizante para interpretarlo, fundamentalmente nos servimos del
equívoco significante. Por ejemplo, a una analizante cuyo síntoma consiste en
no estar, en borrarse de la escena en la que sólo se sitúa como voyeur pero en la que no quiere
participar, la excusa de me acosté para
no molestar, incluye me acosté para
no (mol)-estar. El analista se sirve de los equívocos de la lengua del analizante
para la interpretación. Pero no sólo eso, también hace uso del corte, el corte
de la sesión en determinado punto puede ser usado con diferentes fines, también
hace uso del dinero, subir los honorarios a un analizante cuyo síntoma es no
poder soltar nada, toca la pulsión, etc.
Efectivamente
la demanda está al comienzo del análisis, el sujeto se dirige al analista para
pedirle algo, recuerdo una vez un hombre que se presentó diciéndome que él
quería separar el yo del superyó, sin duda que este hombre tenía problemas con
el superyó, pero una demanda enunciada de este modo dio lugar a que yo le
dijera, “entonces usted tiene un problema teórico”. La modalidad de la demanda
de análisis es importante y para eso están las entrevistas preliminares, para
ponerla en forma, de forma que el análisis pueda comenzar.
...
Lo que dice Lacan es que
todo lo que dice el analizante es demanda. Mientras que el decir del analista,
o sea, la intervención del analista es del orden de la interpretación, no de la
demanda y cuando dice que el analista no responde a la demanda eso significa
que no responde ni para frustrarla ni para gratificarla. No responde a la
demanda para que pueda surgir el deseo, para dejar vacío el lugar que permite
surgir el deseo.
Empieza el Prefacio de su libro El misterio del cuerpo hablante
diciendo: “He podido escribir el libro, porque mi cuerpo está incluido en él”.
¿Nos podría hablar un poco sobre esa autorización a decir y a escribir en su
relación con el cuerpo?
Se trata de una autorización surgida de mi análisis y
también de la experiencia del pase. Mi libro no es un libro universitario
porque incluye los testimonios que he hecho, o sea, mi análisis, en el cual mi cuerpo
ha estado muy presente, en el fenómeno psicosomático, en el síntoma, en el
fantasma. Digamos que he podido escribir un libro porque yo estaba incluida en
él, pero a partir de mi cuerpo y de lo que lo atraviesa de distintas maneras, es
decir del saber que he podido extraer de la experiencia de mi análisis relativa
en gran medida a mi cuerpo.
...
Esa
experiencia hecha en el análisis, un análisis que duró 19 años, me permitió
autorizarme a mí misma a escribirla, en la medida en que ya no esperaba la
autorización del Otro y descubrí que en esa escritura encontraba una
satisfacción nueva que es muy distinta de cuando uno escribe un texto
universitario y se autoriza en lo que han dicho otros.
Lo
interesante de concluir el análisis es encontrarse con que no hay garantías. Como
no hay garantías uno se autoriza a ser el intérprete de su propia experiencia.
Eso no significa que a veces no me haya dirigido a lo que han escrito otros
tratando de decir mi experiencia, pero el punto fundamental era esta
experiencia. El análisis permite una separación inédita del Otro y una soledad
nueva, es algo así como estoy solo con mi síntoma que es mi única brújula.
Un poco conversando con Laura Benetti, nos evoca
esta pregunta. ¿Cómo se posiciona el analista frente a la demanda del sujeto
contemporáneo?, siendo que la época marca cierto desapego del inconsciente.
...
Hace
poco recibí a una joven que lloraba mucho y su sufrimiento no estaba
relacionado con ella sino con lo que le sucedía a su familia. Con lo que ella
veía que le pasaba sobre todo a su madre. Es decir que se presentaba queriendo
cambiar al Otro familiar.
Con el
paso del tiempo pudimos descubrir que veía en el otro algo de lo que a ella le
pasaba y así pudo subjetivar su síntoma. Pero en un primer tiempo mientras
sufría por la familia preparaba en acto una huida que ponía en juego su
satisfacción sintomática que todavía no había podido subjetivar como tal.
Con
esto quiero decir que para analizarse hace falta tiempo, hace falta que el que
viene se dé tiempo y que el analista también sepa maniobrar con el tiempo y
pueda darle su tiempo al analizante. La relación con el tiempo se pone en juego
en la transferencia y la transferencia misma pone es el tiempo y su manejo,
según Lacan en “Posición del inconsciente”.
Creo
que hay diferentes modalidades, y lo que hay que entender es qué causa eso, qué
está causando la prisa del sujeto moderno. Porque fíjate esta chica llega
urgida, que no puede más, le das una cita al día siguiente y no viene.
Para
iniciar un psicoanálisis algo hay que querer saber. El psicoanálisis implica
querer saber algo de uno mismo. Si no se quiere saber nada entonces no hay
opción, lo que no significa que el analista no pueda maniobrar para poner a
prueba la consistencia de lo que en un principio se presenta como un rechazo.
Pero cuando el sujeto está muy decidido a no querer saber no hay nada que
hacer.
No
hay clínica sin ética, lo que significa que sin el consentimiento del sujeto a
poner en juego su goce en el análisis nada se puede hacer. El analista tiene el
deseo del analista que le puede permitir operar pero lo real a veces tiene
formas intratables, es necesario saberlo y sobre todo aceptarlo.