El Entierro de la
Sardina.- Francisco de Goya
BORDES
No. 4
7 de Junio de 2013
Boletín de la NEL hacia el VI Encuentro Americano de
Psicoanálisis de la
Orientación Lacaniana
XVIII Encuentro Internacional del Campo Freudiano
HABLAR CON EL CUERPO
LAS CRISIS DE LAS NORMAS Y LA AGITACIÓN DE LO REAL
Buenos Aires, 22 y 23 de noviembre de 2013
En este boletín:
Editorial.- Ruth Hernández
El síntoma como cuerpo en el análisis.- Alba
Alfaro
Festividad
religiosa como suplencia frente a lo real.- Edwin Jijena Durán
Comentario a al escrito de Alba
Alfaro.- Beatriz García Moreno
Editorial
En esta oportunidad Alba Alfaro
retoma, a partir del pase de Silvia Salman, la cuestión del deseo del analista
y su función como operador en el desmontaje de la pulsión, en un análisis
llevado hasta sus últimas consecuencias, cuyo testimonio ha situado al síntoma
como cuerpo en la cura y como sede de la operación analítica. Muestra cómo la
reducción de goce, de lo imaginario a lo simbólico, hizo de borde para la
reducción a lo real, permitiendo el desmontaje y la construcción de la
gramática pulsional. Finalmente se evidencia el desplazamiento en la posición
del analista quien corre el velo y se corre él mismo,
permitiendo al analizante interpretar su goce.
Edwin
Jijena, por su parte, nos trae un interesante trabajo sobre una festividad
religiosa como una creación o respuesta ante lo real que gira sobre los
binarios salud-enfermedad o protección-desamparo. Específicamente se refiere a
los chunchos
promesantes, que realizan una vez al año el ritual de danzas a San Roque, el
Santo médico de los pobres, como
suplencia frente a lo real. Ante
lo real de la enfermedad, en sus inicios la lepra, y el Otro que no existe se
construye un mito. La Fiesta
grande del Patrono San Roque se presenta como una suplencia para el serparlante, la
suposición de un Otro que sí sabrá dar respuesta.
Acompañamos este número con El entierro de
la sardina, de Goya. Pintura que da cuenta de una ceremonia con la que
se entierra simbólicamente al pasado cada miércoles de ceniza; representa el
final de toda la provocación y transgresión de los días de carnaval, tiempo de
instintos primarios, del protagonismo del pueblo llano frente a las
instituciones, del predominio del caos. El fin de la ceremonia es un llamado al
orden, a que surja una sociedad nueva.
Buena lectura!
Ruth Hernández B.
Editora
EL SÍNTOMA COMO CUERPO EN EL ANÁLISIS [1]
Alba Alfaro
NEL Maracay-Venezuela
El testimonio de pase de Silvia
Salman [2] da cuenta de una manera
esclarecedora para mí, de cómo la operación del analista produce el desmontaje
de la pulsión y de cómo el deseo del analista, alojando la destitución
subjetiva desde la entrada, permite el recorrido de un análisis hasta sus
últimas consecuencias. Este testimonio sitúa elsíntoma como cuerpo en el análisis y como sede de
la operación del analista. Esta ubicación, como cuerpo y como sede, implica
al síntoma modificado por la intervención del analista. Es este el que
anuda el sujeto a la experiencia del análisis y que instala al analista como un operador de lo real. En este sentido Salman
refiere que la
interpretación “’Ud. me provoca eso’, y un ‘agarrarme’ en acto por
parte del analista…fue la clave para desarticular el circuito pulsional que
fijaba y determinaba la repetición con la que se obtenía una satisfacción tanto
sintomática como fantasmática. [3]” Así es
producido el
desplazamiento del significante “huidiza” al “no me deja ir”, el cual modifica
el síntoma e instala el amor transferencial. “Hacerse agarrar para huir” constituye
para este sujeto la fórmula del partenaire-síntoma sobre la que opera el
analista y que una vez modificada instala el dispositivo.
La reducción
del goce, de lo imaginario a lo simbólico, hizo de borde para la reducción a lo
real, permitiendo el desmontaje y la construcción de la gramática
pulsional. El “cerrar la
boca” para no ser devorada había sido suplantado por el “Dibujo animado” en la
historia del sujeto. La interpretación del analista (“desanimado”) descompone
el sentido y contribuye a la construcción de la fórmula fantasmática: “hacerse
agarrar por el Otro”, “agarrada por la mirada del Otro”. Si el “agarrar”
implica la captura del cuerpo, el síntoma “huidiza” responde como rechazo. Por
esta vía el síntoma permite al sujeto histérico construirse un cuerpo, “tener
el cuerpo” [4].
La conexión necesaria entre goce y
contingencia es develada en este recorrido al producirse “la reducción
del factor cuantitativo” [5]. Se trata de una renuncia para que el
sujeto “ceda el goce que lo mantiene amarrado, incluso a lo que ya elucidó” [6]. El testimonio da cuenta de
una interpretación
del analista que resultó “crucial para orientar el análisis hacia la salida y
el final”. Salman lo describe: “’Usted aún no encontró el significante
desanimado’ fue la interpretación que desencadenó lo que llamé en el primer
testimonio el tiempo de desinvestimiento.” [7] Y ella
explica: “’No hacer existir
más la mirada del Otro que me agarra’ fue
el efecto de la operación analítica del atravesamiento del fantasma, allí donde
el fantasma impedía el saber arreglárselas con el síntoma.” [8]
La reducción de lo simbólico a lo real opera en la
medida en que la interpretación
del analista evoca en el cuerpo al goce, lo hace resonar [9]. Esta
interpretación tiene valor de acto el cual solo puede verificarse al final,
cuando se constata que el goce fue “tocado” [10].
“La
dejo ir”, sentenciado por el analista, muestra un desplazamiento en la posición
de este. “Se trata ahora - dice Salman- de encarnar en su
decir el agujero alrededor del cual el circuito pulsional hace su recorrido.
Así, corre el velo y se corre él mismo, permitiendo al analizante
interpretar su goce. ‘Si él me deja ir, y yo sigo acá, entonces no hay nadie
que me tenga agarrada, el analista tampoco’.” [11] El
significante “Encarnada”, surge como un “nuevo semblante” en el cual se
concentra: “el cuerpo, lo vivo y lo femenino que se obtiene al final de la
experiencia.” [12]
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