Boletín de las VIII
Jornadas de la NEL
Eva-Lilith
Nº 20
Eva-Lilith
Nº 20

Comentario a una cita de Lacan
Clara Holguín
“El goce que se siente y del que nada se sabe ¿no
es acaso lo que nos encamina hacia la ex – sistencia? ¿Y por qué no interpretar
una faz del Otro, la faz de Dios, como lo que tiene de soporte al goce
femenino”.
Lacan, J., Seminario 20. Aun, Buenos Aires, Paidós, 1981, p., 93
La cita extraída del Seminario Aun, establece de entrada una relación entre el
goce femenino y Dios. Destacamos tres aspectos en el enunciado:
-El goce que se siente y del que nada se sabe.
-el goce como aquello que encamina hacia la ex – sistencia
-La interpretación de una faz del Otro, una faz de Dios, como lo que
tiene de soporte al goce femenino.
El goce femenino no es del orden del saber. Se siente. “Hay un goce de ella, de
esa ella que no existe y nada significa. Hay un goce suyo del cual quizá nada
sabe ella misma, a no ser que lo siente: eso si lo sabe”[1]. Compete al campo de la experiencia. Así
como es imposible de articular por vía significante, no hay forma de apropiarse
de él, ni a nivel del fantasma ni del yo.
Sin embargo, su experiencia, como los testimonian los místicos, suscita
la creencia de otra cosa, un Dios especial. Un Dios que no se sostiene en la
vía paterna, sino en la ex –sistencia de un goce Otro, en tanto que ex – siste
a lo simbólico, es decir, está fuera de la palabra y no tiene por causa el
objeto a. Goce que no es localizado y por tanto, podemos decir, que es hetero.
“El Otro no es simplemente ese lugar donde la verdad balbucea. Merece
representar aquello con lo que la mujer está intrínsecamente relacionada……Por
ser en la relación sexual radicalmente Otra, en cuanto a lo que puede decirse
del inconsciente, la mujer es lo que tiene relación con ese Otro”[2]
El Lacan de los años 70' permite aproximar una respuesta a lo que es este goce,
una respuesta que no es una sola, en la medida en que se trata cada vez de “una”
mujer. Una por una, es lo que se pone en juego en la experiencia como tal, … la
mujer no existe, existe una mujer. Experiencia entonces que va más allá de lo
universal que enmarca la lógica del deseo, para apuntar a la experiencia de
goce y de satisfacción de la que da cuenta el cuerpo. Solo se goza si hay
cuerpo.
Es la experiencia que hace a una mujer Otra completamente de sí misma.
Y como no es solo asunto de mujeres, de este goce suplementario
testimonia M. A. Vieira: “Vivir la experiencia de la porción de vida que no
cabe en ningún cuerpo”[3].
Comentario a una cita de Lacan
Clara Holguín
Lacan, J., Seminario 20. Aun, Buenos Aires, Paidós, 1981, p., 93
La cita extraída del Seminario Aun, establece de entrada una relación entre el goce femenino y Dios. Destacamos tres aspectos en el enunciado:
-El goce que se siente y del que nada se sabe.
-el goce como aquello que encamina hacia la ex – sistencia
-La interpretación de una faz del Otro, una faz de Dios, como lo que tiene de soporte al goce femenino.
El goce femenino no es del orden del saber. Se siente. “Hay un goce de ella, de esa ella que no existe y nada significa. Hay un goce suyo del cual quizá nada sabe ella misma, a no ser que lo siente: eso si lo sabe”[1]. Compete al campo de la experiencia. Así como es imposible de articular por vía significante, no hay forma de apropiarse de él, ni a nivel del fantasma ni del yo.
Sin embargo, su experiencia, como los testimonian los místicos, suscita la creencia de otra cosa, un Dios especial. Un Dios que no se sostiene en la vía paterna, sino en la ex –sistencia de un goce Otro, en tanto que ex – siste a lo simbólico, es decir, está fuera de la palabra y no tiene por causa el objeto a. Goce que no es localizado y por tanto, podemos decir, que es hetero. “El Otro no es simplemente ese lugar donde la verdad balbucea. Merece representar aquello con lo que la mujer está intrínsecamente relacionada……Por ser en la relación sexual radicalmente Otra, en cuanto a lo que puede decirse del inconsciente, la mujer es lo que tiene relación con ese Otro”[2]
El Lacan de los años 70' permite aproximar una respuesta a lo que es este goce, una respuesta que no es una sola, en la medida en que se trata cada vez de “una” mujer. Una por una, es lo que se pone en juego en la experiencia como tal, … la mujer no existe, existe una mujer. Experiencia entonces que va más allá de lo universal que enmarca la lógica del deseo, para apuntar a la experiencia de goce y de satisfacción de la que da cuenta el cuerpo. Solo se goza si hay cuerpo.
Es la experiencia que hace a una mujer Otra completamente de sí misma.
Y como no es solo asunto de mujeres, de este goce suplementario testimonia M. A. Vieira: “Vivir la experiencia de la porción de vida que no cabe en ningún cuerpo”[3].
***
Comisión Editorial Boletín Eva-Lilith
Raquel Cors Ulloa
María Hortensia Cárdenas
José Fernando Velásquez
Raquel Cors Ulloa
María Hortensia Cárdenas
José Fernando Velásquez

No hay comentarios:
Publicar un comentario