4 de septiembre de 2014

Conferencia de Claudio Godoy en la PUCP









Jueves 4 de setiembre, 18:00 hrs


Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP)
Auditorio Gustavo Gutierrez


Conferencia: Avatares de lo femenino

            La sexualidad de los seres hablantes está en ruptura con la naturaleza,  no se reduce a la evidencia del dato anatómico sino que es el resultado de un proceso, de una elección inconsciente difícil de sondear, que Lacan ha denominado “sexuación”. La oposición macho-hembra funciona bien en el mundo animal, allí donde la fijeza del instinto traza de manera suficientemente inequívoca en qué consisten sus modos de comportamiento y apareamiento, a la vez que somete a cada individuo a la impronta de la especie. Son estas ataduras las que el lenguaje deshace haciendo imposible cualquier complementariedad armónica preestablecida. Es lo que se enuncia como “no hay relación o proporción  sexual”.
        
 En las formulaciones freudianas las posiciones sexuales derivaban de una lógica que implican el complejo de Edipo, y la castración. Los dos sexos encontraban en un único elemento simbólico las vías en la que inscribir la sexualidad: el falo. Esto generó diversas polémicas dentro y fuera del campo de psicoanálisis, se denunció el “falocentrismo” y los “prejuicios” en los que Freud habría supuestamente caído al remitir a las mujeres a la controvertida penisneid (envidia del pene). Estas críticas buscaban resolver el presunto atolladero restituyendo alguna suerte de simetría y equivalencia. Sin embargo, el creador del psicoanálisis, pese a tratar de buscar los avatares de la feminidad en la lógica fálica, no dejó nunca de plantear un enigma descuidado por sus contradictores: ¿qué quiere una mujer? Fue su manera de señalar que la respuesta anteriormente propuesta no agotaba la pregunta por lo femenino. Más aún: que ésta implica una infinitud. Será en ese punto de misterio que Lacan centrará su indagación -sumamente original- sobre lo femenino, no para instaurar una equivalencia ni una complementariedad, siempre engañosas, sino para marcar una diferencia irreductible. Lo femenino no se confunde entonces con ninguno de los atributos, apariencias o ideales con los que, en una época o cultura determinada, se pretende definir una identidad para las mujeres. Una mujer está no-toda allí, lo cual remite a una alteridad que está más allá de lo que pueda decirse, que escapa al lenguaje, que es más real.
         
Es así que “El hombre -afirma Lacan- sirve de relevo para que la mujer se convierta en ese Otro para sí misma, como lo es para él”. La cuestión es cómo una mujer puede enmarcar esa alteridad que la habita -para la cual reservamos el término “femenino”- sin mal-decirla, sucumbir al rechazo o perderse en el extravío. Trataremos entonces de señalar, a partir del modo en que se revela en la experiencia psicoanalítica, cómo esta dimensión presenta consecuencias en la relación que una mujer mantiene con su cuerpo y su goce, pero también respecto al amor, al deseo y la maternidad.

Claudio Godoy

      El ingreso es libre 

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