30 de junio de 2013

"El cuerpo en la neurosis obsesiva", de Ricardo Seldes - Reseña de la "Clase magistral"

La noche del jueves 20 de junio Ricardo Seldes presentó su clase magistral a los participantes del CIDLima, miembros, asociados y allegados a la sede de Lima, en la cual trató de responder a la pregunta ¿qué es hablar con el cuerpo en la obsesión? Para ello hizo un recorrido por el síntoma obsesivo.

Ricardo planteó que si bien el síntoma obsesivo se concentra en el dominio psíquico, sí se produce el salto al cuerpo, aunque de modo discreto. Esto debido a la incidencia de la lalengua en el cuerpo del parlêtre, que lo penetra para moverlo o paralizarlo. Dicha incidencia deberá descubrirse en la situación pretérita en la que las formas típicas de la obsesión (impulsos, actos e ideas fijas) tuvieron el sentido que permutó hasta llegar al sinsentido más actual.

Asimismo, rastreó en Freud la satisfacción libidinal que el síntoma da al sujeto –relacionada con el cuerpo– en contraposición al supuesto sufrimiento de su fenomenología. Para luego señalar, desde Lacan, que el síntoma obsesivo trata del retorno de lo reprimido del deseo del Otro, de la insoportable falta que el obsesivo vela apelando a la demanda. A la vez, su síntoma testimonia lo que su fantasma enmascara: la inexistencia de la relación sexual.

Hacia el final, Ricardo tomó dos ejemplos clínicos para responder a su pregunta, dar cuenta del pasaje de un cuerpo mortificado a algo distinto y subrayar que no es posible una cura analítica sin la extracción del trauma, la neurosis infantil y lo sexual.

Primero recurrió al caso de Luis Tudanca donde el significante “PelearLa” lo sometía a la mortificación por su cualidad de absoluto. Además, la dialéctica “hablar o callarse” que da lugar al par verborragia–inhibición, fenómenos que muestran las dos caras del síntoma como acontecimiento del cuerpo.

Luego comentó el caso de Patrick Monribot a partir del cual pudo diferenciar el síntoma (el tic) del fenómeno psicosomático (la rinitis) que lesiona el cuerpo bajo la forma de una escritura. La experiencia analítica permitiría hacer controlable el tic, que de cierto modo persistió: tenemos un tratamiento del acontecimiento del cuerpo entre curable e incurable. Ricardo aprovechó para desarrollar cómo el lenguaje corpsifica (de “corps”, cadáver en inglés), da un cuerpo y al mismo tiempo que lo “cadaveriza”, lo vuelve un desierto de goce dejando como resto la libido implantada en las zonas erógenas. Y en este proceso puede producirse un accidente, una holofrase como el mercuriocromo o mère-cure-ocre-homme (madre-cura-ocre-hombre) que fija la escena original para Monribot. Holofrase que al ser interpretada lo libera definitivamente del fenómeno psicosomático, pero dejando del ocre como opacidad.


Darío Calderón

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