27 de noviembre de 2013

Entrevista a Silvia Salman -Primera parte

Estimados amigos: Tuvimos la grata oportunidad de entrevistar a Silvia Salman, aprovechando su reciente visita a Lima en octubre de este año. Esta es la primera parte de la entrevista.

 
















Por:
Angélica Ballón Sánchez
Roberto Carlos Galván Sánchez
       
¿Podría explicarnos un poco más lo que habló en el Seminario sobre la aspiración a la feminización del mundo? Este concepto nos parece profundiza acerca de lo femenino en la época, a la vez es un concepto muy abordado en la bibliografía.

Miller cuando lo nombra, es en el curso del 2011 que él vuelve sobre ese tema, pero ya en El Otro que no existe y sus comités de ética, que dicta con Éric Laurent, en el año 98, hace 15 años, hay un apartado que se llama “La feminización del mundo”; es decir, que no es algo que recién está trabajando. También en la conferencia que dictó en Comandatuba habla del imperio del no-todo. En particular en el curso del 2011, se refiere a una aspiración a la feminización, y el término aspiración yo lo destaqué, me parecía interesante, porque él no habla tampoco de una feminización del mundo, todo femenino, sino de una aspiración. Me parece que el término aspiración es interesante porque es una tendencia, lo que no impide que el no-todo pueda funcionar de otro modo, esto lo remarqué en ese sentido.

Porque después que Miller habló de la feminización del mundo, se dijo mucho de la feminización, como si uno estuviera en el mundo de la feminización feliz y del bienestar, y en realidad la época en que vivimos no tiene nada de bienestar.

Claro, hay algo de lo caótico, parecía que el concepto de feminización del mundo hablaría precisamente de eso, pero la idea del psicoanálisis de lo femenino en el mundo es otra.

Es otra, por eso yo ubiqué hoy en toda la conferencia esa tensión a partir de esta fórmula de Lacan “el no-todo no es que nada lo limite, sino que el límite se sitúa de otro modo”, es decir, un no-todo limitado de una cierta manera y un no-todo ilimitado, entonces te da dos realidades diferentes, dos maneras de vivir distintas y dos cuerpos diferentes. Por eso las flechas del cuadrado de la sexuación lo muestran muy bien, cuando uno conecta con el Otro y cuando no se tiene esta pata en el falo.


Pensando en los textos de Freud sobre el amor, ¿cree que esta forma de relacionarse con el otro sexo por parte de los hombres, de separar a la mujer en la madre y la puta, es vigente?

Sí, es vigente, por lo menos es lo que escucho en el consultorio. Para mí allí la condición de amor y la condición de goce están absolutamente enlazadas, Freud habla allí de condición de amor, pero Lacan nos enseñó a leer eso como una condición de goce. Se mantiene vigente, tal vez no al estilo de la época de Freud donde se ponía en acto eso, la mujer que era para el matrimonio no era la mujer con la que uno se satisfacía sexualmente. Porque, por ejemplo, eso estaba prohibido, entonces las mujeres llegaban tal vez vírgenes al matrimonio, no en ese sentido. Pero sí en esta dualidad, de la separación del goce y el amor, que es lo contrario que en las mujeres, las mujeres necesitamos amar para poder gozar. Pero esta no es una diferencia de género sino de goce masculino y femenino, hay mujeres que también tienen esta dualidad, que gozan con uno y aman al otro, que tienen esa división, es una manera obsesiva de elegir. Digo, para hacer la misma distinción que hacíamos en el Seminario, que no se trata de hombres y mujeres, sino de condiciones de goce: la condición de goce que necesita que amor y goce estén juntos en el objeto y la condición que necesita que amor y goce estén disociados.

 ¿Cómo se ama sin sufrir?, ¿es posible? ¿Qué consigue una experiencia de psicoanálisis llevada hasta el fin?

(Risas) ¿Cómo se ama sin sufrir? Es una pregunta de una mujer, ¿no es cierto?, porque como decíamos antes, en los hombres eso marcha porque el goce marcha sin decir. Y ni siquiera hay un problema en relación al amor.

Mira, tal vez te lo podría contestar desde mi propia experiencia, pero creo que tiene que ver con la experiencia de un análisis, digamos, distinguir lo que sería un amor fantasmático de un amor sinthomático; son dos maneras diferentes de amar. Lacan, en algún momento, se refiere al nuevo amor que surgiría a partir de terminar un análisis. Ese nuevo amor del que él habla, que habría que explorarlo, investigarlo y trabajarlo; pero una de las maneras de leerlo es justamente un amor que está por fuera del marco del fantasma, porque a lo largo de la experiencia de un análisis, cuando uno ha podido trabajar y desinvestir todo lo que estaba investido del goce-sentido, en relación al objeto y la satisfacción pulsional, todo eso que trabajamos estos días; uno logra desinvestir eso y desarmar ese funcionamiento, podríamos decir, fantasmático, y efectivamente uno puede hacer lazo de otra manera con el Otro, y entonces el amor también se experimenta de otro modo.

Y es lo que hablábamos ayer en la mañana, en relación a la Escuela, lo que es mantener un lazo fantasmático con la Escuela, lo que la Escuela no me da, me pide, o lo que sea, de un lazo sinthomático con la Escuela, es decir, contando con la experiencia de ese vacío, de ese espacio de resonancia del que hablábamos hoy. Eso saca las cosas del plano de la demanda, porque una cosa es el amor articulado a la demanda, y lo pone más al amor en relación del deseo. Una cosa es la demanda al Otro del amor: mirame, hablame, y otra cosa es vivir el amor de un modo más ligado al deseo, que yo lo decía,  bueno, en vez de hablame,  hacerse hablar. Y es otra manera de armar lazo con el Otro. Y efectivamente eso es con menos sufrimiento. No te diría sin sufrimiento porque no me parece que, bueno.

Hay goce.

Porque hay goce, y porque además no se trata de ningún ideal, de que uno al final del análisis vive ya sin sufrimiento, sin angustia y sin nada de eso. No, solo que uno se puede también ubicar respecto de eso de otra manera. Pero, con menos sufrimiento, seguro, el amor sinthomático es el amor que se juega contando con la experiencia del propio vacío; y también la del Otro, es también reconocer que el Otro tiene una cierta relación con el no-todo, digamos. Entonces, ahí hay un encuentro, el encuentro sinthomático es ese, es un encuentro de que cuando vos te enamorás de alguien, lo que resuena es la manera que ese alguien tiene de tratar su propio no hay. Entonces cuando uno cuenta con el no hay, el lazo, podríamos decir, es sinthomático; ahora, cuando no cuenta con el no hay, porque eso está obturado por el fantasma, entonces el lazo es fantasmático, y el amor fantasmático hace que la condición de elección del objeto amoroso siempre esté situada, digamos, condicionada justamente por ese goce fantasmático.  

Por eso muchas veces cuando uno se analiza, eso implica que la pareja también tenga que acomodar alguna cosa respecto del amor, porque cuando uno elige, mucho antes de analizarse, una pareja, digamos, con la que arma un lazo amoroso, uno no tiene ni idea cuál es la condición de goce que lo llevó a elegirlo, en qué condición de goce se asienta esa condición de amor que lo llevó a elegirlo. Cuando uno va trabajando esto en el análisis, y algo de esa condición se transforma, porque el goce mismo se ve conmovido y analizado, el Otro también tiene que transformar su posición. En mi caso, yo había elegido alguien que efectivamente me dejaba huir, porque era este hacerse agarrar para huir, entonces cuando algo de eso se transforma, y ya no se trata de estar huyendo todo el tiempo, sino de poder tener un cuerpo, y estar presente, aun manteniendo el espacio y estar presente, entonces yo necesito que el Otro me agarre, no que me deje huir, porque si el Otro me deja huir, estamos en el síntoma, que era el síntoma “huidiza”. Pero si hay un cambio y una transformación en el goce, eso implica que el partenaire también tiene que cambiar. Ahí, entonces tenés la posibilidad de que el partenaire pueda acomodarse a eso, y se arma un nuevo lazo libidinal, o lo que ocurre también muchas veces, que uno finalmente termina separándose, porque lo que había elegido estaba condicionado por un cierto goce, que, a partir del análisis se transforma.

Es la razón por la cual hay muchos fantasmas que giran alrededor de que cuando uno se empieza a analizar entonces seguro que se separan (risas). No es que seguro que se separan porque el análisis va en contra de la pareja, de ninguna manera. Al contrario, diría, si es posible que el partenaire también acomode algo para que eso nuevo que surge en el análisis entonces pueda tomar una forma con el mismo partenaire, bienvenido sea. Ahora, si eso no ocurre, inevitablemente es probable que surja allí un desencuentro amoroso.

Para un encuentro.

Para encontrar otro, claro, con el cual entonces ahora armar un lazo más sinthomático que fantasmático. No estaba tan errado Freud cuando decía, y lo dice en “El tabú de la virginidad”, que hoy trabajamos, que “los segundos matrimonios son siempre mejores que los primeros”, porque el primero repite la relación con la madre, decía él ahí, pero bueno, insiste varias veces con esto de que los segundos matrimonios son mejores que los primeros. De todos modos yo conservo al primer marido (risas), así que, no puedo hablar de eso. Sí puedo hablar de ese cambio, de esa transformación con el partenaire que fue necesario hacer para vivir el amor de otra manera. 

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