15 de diciembre de 2013

Entrevista a Silvia Salman -Segunda parte

Finalizamos con esta segunda parte de compartir la entrevista realizada a Silvia Salman. ¡Buena lectura!

Para un psicoanalista en formación, ¿qué coordenadas pueden orientarle hacia un bien decir?, o, un poco, parafraseando lo que usted decía hoy día, ¿cómo decir para hacer surgir el silencio?

Para un analista en formación, y yo te diría que el lugar privilegiado es el propio análisis, ese es el lugar privilegiado. Por supuesto que también está el control, el control de casos que es donde uno puede encontrar que lo que uno controla es el propio acto analítico, entonces allí también puede surgir una enseñanza en relación a cómo intervenir, y la enseñanza que hoy pudimos impartir que es más epistémica, pero hay algo que tiene que ver con la propia experiencia de análisis; por eso hoy lo decía así, “quien no haya vibrado ante un silencio, un gesto, una palabra del analista, no sabe lo que es que la dimensión pulsional, que la transferencia esté sostenida en la dimensión pulsional”. Entonces, es algo que se experimenta, y si se experimenta en el cuerpo, es algo que uno puede hacer formar parte de su propia experiencia como analista. Porque, como decía Lacan, “hagan como yo, no me imiten”. Es decir, no se trata de reproducir lo que hace el analista, porque eso es irreproducible; pero, a partir de que uno experimenta eso, no se trata entonces, no es necesario reproducir lo que hace un analista, uno mismo está atravesado por esa práctica. Que es la práctica, o sea, uno como caso de una práctica, digamos. Así que, si vos me preguntás, ¿qué de la formación?, diría la experiencia analítica, la propia experiencia de análisis.

¿Cómo poder orientarse a la hora de presentar un texto?, considerando que no siempre se da una cierta enunciación, no siempre se da una significación de lo que uno habla…

Pero es lo mismo, una enunciación surge de una experiencia de análisis. O sea, me parece que es justamente en la propia experiencia donde si uno hace la experiencia analítica, como decíamos hoy, de ir en contra del sentido, y no se queda en las elucubraciones del goce-sentido, entonces uno puede hacer la experiencia de lo que es la propia enunciación, que no es lo que uno dice, sino lo que se dice tras lo que se dice, es decir, lo que no tiene que ver con el sentido. La enunciación, cuando uno habla con una enunciación es porque habla atravesado por ese sinsentido, por ese no-todo, por ese fuera de sentido. Y eso se alcanza en un análisis. En un análisis uno hace la experiencia de, aun dejándose enredar por el sentido, como dice Lacan, para resolver el síntoma, o para llegar a lo real del síntoma, dejándose enredar pero para ir más allá de eso. Entonces, si nosotros hablamos desde el sentido, estamos siempre en el plano del enunciado, no de la enunciación. Entonces, lo que nos da la posibilidad de salirnos de los enunciados es eso, es lo que revela una posición subjetiva, una posición; cuando uno habla, cuando uno dice, cuando uno lee incluso, es hacer escuchar otra cosa que lo que dice, es cuando uno hace escuchar otra cosa que lo que dice. Si yo logré hoy transmitir, o pasar algo de mi enunciación es porque más allá de todo lo que dije, que eran páginas y páginas, hice pasar otra cosa, y esa es la enunciación, que es la posición que cada uno tiene respecto del no-hay, respecto del vacío. Ese consentimiento, cuando vos escuchás a alguien sin enunciación, se ve claramente que no hay un consentimiento a ese no-hay, porque uno escucha una serie de citas, o repeticiones, ¿no?, ahí uno no escucha la enunciación, algo no pasa por eso.

Baco (San Juan Bautista) -Leonardo Da Vinci
Este es uno de los cuadros en el que Da Vinci representó a San Juan,
esta vez con un dedo apuntando hacia un lado y el otro hacia abajo. 

Habría que producirse una pregunta

Sí, hay eso, hay un descentramiento entre el yo y el sujeto, para decirlo de alguna manera. El yo es el que habla, el de los enunciados, el sujeto es el sujeto de la enunciación; entonces hay un desdoblamiento ahí, uno se pregunta, uno avanza, uno sigue, uno transmite eso, esa hiancia, eso.                                      

¿Qué nos puede decir del control en la formación del analista? ¿Cuál es la importancia del control?

Que es fundamental. Por ejemplo, hoy hablaba con María Hortensia y le decía que todo el desafío del espacio de Casuística, por lo menos para nosotros, para mí que estoy allí, es no trasformar ese espacio en un espacio de control, porque no es un espacio de control. Casuística no es un ateneo clínico, no es un espacio de control, es un espacio de discusión de casos pero antes que eso, inclusive, le decía a María Hortensia, es un espacio donde intentamos trasmitir lo que es la construcción del caso, más allá del caso en sí mismo. Pero no es un espacio de control, yo especialmente tengo esa prudencia. Lo que no impide que para los participantes que presentan sus casos los oriente en algo respecto de su práctica, pero es distinto al control. Cuando uno hace un control lo que controla es a él mismo, no controla el caso clínico, controla el propio acto, el acto del analista, y si bien se dirime algunas cuestiones del caso está fundamentalmente la posición del analista, y eso en Casuística no se toca, porque justamente no es un espacio de control.

Pero me parece fundamental para la práctica el control, inclusive cuando uno ha terminado el análisis, inclusive cuando uno es AE, porque uno no está exento de que en el acto se interpongan cuestiones subjetivas, fantasmáticas, en fin, transferenciales; entonces es importante esa interlocución que uno mantiene con otro a partir de sus propios casos.

Por el otro lado, también para hacer un ejercicio de la construcción del caso; cada vez que vos vas a controlar un caso te ves obligado a construir el caso, que si no uno no lo construye, uno puede tomar notas, en fin, cada uno tiene su estilo; pero a mí me pasa que cada vez que controlo eso me obliga a construir el caso, y lo más probable es que después de ahí pueda hacer una presentación como lo que hice ayer, de un caso que me estoy interrogando. Es decir que sirve también, además de lo que hace para la propia práctica y para la formación, también para la transmisión.

Eso pienso del control, que es una práctica que para el psicoanálisis de orientación lacaniana es muy complicada porque no está estandarizada, es algo que nosotros nos preguntamos también, no es como en la IPA. En la IPA uno tiene que analizarse cuatro veces por semana con un analista didacta, tiene que controlarse una vez por semana con tal analista. Nosotros no tenemos ninguna de estas reglas. A la vez, es un principio de la práctica lacaniana el control, pero no tenemos ninguna manera de estandarizarlo, ni de controlarlo, y de verificarlo. Es una pregunta.  Hace poquito en Buenos Aires surgió el tema ¿Se controla? ¿No se controla? ¿Con quién? ¿Cómo la Escuela puede tomar el relevo de este punto de la formación y hacerse cargo de algo de eso sin imponer como lo hace la IPA un estándar del control?

Pero la pregunta por el control es una pregunta que en estos espacios en común, como es el de las Jornadas, el de ustedes en el CID, o en la transmisión que uno haga, me parece que surja o que anime eso a ir a un control es lo más importante que puede desprenderse de la transmisión que uno hace. Aunque uno no les diga tienes que ir a controlar, pero a partir del caso que presenté ayer y la diferencia con el caso de Casuística, si es que es una histeria o una psicosis ordinaria, alguien pueda interrogarse sobre un caso de su propia práctica, y decir, “bueno, voy a controlar este caso”, es por ejemplo uno de los efectos que podría producir este tipo de actividades.
                                                                                                                                                            
¿Se podría decir del control que, de alguna manera, siempre estaría ligado a algo que le resuene a uno, a poner un límite o prevenir algo de la contratransferencia?  Es decir, ¿siempre es ese el fin del control?

No, cuando yo digo controlar el acto, no solamente es respecto de la contratransferencia, sino respecto de las intervenciones, de la orientación.  En este caso que yo presentaba es una histeria, que no es lo mismo una histeria que una psicosis ordinaria, ¿cómo me oriento? Conviene reforzar ese recurso, conviene interrogarlo, y eso no necesariamente tiene que ver con la contratransferencia, pero sí con el acto analítico; pero también, obvio, con la contratransferencia, en algunos casos.   

Lima, 12 de octubre del 2013.

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