Soy sensible al artículo de Di
Ciaccia. Tampoco en Argentina la palabra “psicoanálisis” y “psicoanalista”
figuran en la última ley de Salud Mental. No veo por qué esto sería un motivo
de satisfacción. Tal vez sea porque se cumple con el “adagio” sobre el
carácter de extraterritorialidad del psicoanálisis.
Muchos hechos me hacen pensar que
no se trata extraterritorialidad sino de exclusión. ¿Es extraterritorialidad
que no se escuche en las universidades alemanas hablar de psicoanálisis? ¿Es
extraterritorialidad que los sistemas de salud indiquen que no es bueno que un
autista sea tratado por un psicoanalista? ¿Es extraterritorialidad que no haya
en todas las universidades un Departamento, un Centro o un Instituto de
Psicoanálisis independiente de la psicología? ¿Es extraterritorialidad que los
psicoanalistas no sean consultados cuando se establecen planes de tratamiento
para toxicómanos, como sucede en Brasil? ¿Es extraterritorialidad ocultar la
formación del analista y la Escuela a la cual pertenece para poder integrar
ciertas redes sanitarias? Podría dar muchos ejemplos más. También podría decir
que no fue en función de la extraterritorialidad que he presentado más de una
vez el CPCT de París a las autoridades nacionales e internacionales ligadas al
campo de la salud mental. Puedo decir que no es en nombre de la
extraterritorialidad que la ECF es una “asociación miembro” de la ONU. La
lista sería larga.
Creo que hay que redefinir la
extraterritorialidad, que dicha definición no debe confundirse con quedarse
afuera, con no aparecer, con aparecer disfrazado. Se trata de una
interpretación que orienta una política para crear un campo que no confunda lo
general del discurso psicoanalítico y su lugar en el mundo con lo particular
de la formación del analista.
Ese campo se puede crear a partir
de: generalizar el FIPA dentro de las Escuelas del Campo freudiano; asegurar
la presencia regular de las Escuelas en organismos internacionales como la ONU
y OMS; elaborar y proponer un programa de creación de Departamentos de
Psicoanálisis en las Universidades; proponer que cada Escuela se dé los medios
necesarios para estar presente anticipadamente en los asuntos de la ciudad
donde el psicoanálisis en particular esté implicado.
A modo de conclusión. Hace unos
meses cenábamos con un amigo en la querida ciudad de Barcelona. Casi
inesperadamente, él me pregunta cómo pensaba yo la Escuela analítica del siglo
XXI... Nunca comprendí por qué él me hacía esta pregunta. Intento, con estos
2500 signos, comenzar a responderme.
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