LA
ESTRUCTURA DE LA PAREJA Y LA FAMILIA HOY MOLDEADAS POR EL
GOCE
FEMENINO
José Fernando Velásquez
El goce femenino ¿qué es? En primer
lugar es el campo donde no hay relación sexual, porque a nivel de lo femenino
reina el Uno y no el dos. Es el régimen de goce como tal, primario, cuando el
goce no está especializado a través del falo[1].
El goce femenino funda el “hay de lo Uno”[2].
El goce femenino rompe la universalidad del Simbólico, lo agujerea con su
iteración, con su insistencia. Acá el significante no es de la serie del dos;
es un Uno que se repite de forma singular y válida solo para un Uno. Esa
repetición de goce fuera del sentido introduce un disturbio de goce[3] en
el régimen de goces que el Otro propone.
De allí el desencuentro, el
malentendido de goces. De este goce surgen diversas formaciones, en su andar
escurridizo deja huellas, trazos, y en ocasiones cenizas o cadáveres: el acto
más que el pensamiento, “lo quiero y así debe ser”, la astucia con su aporte de
invención, la movilidad, la creatividad; y también el estrago en sus diversas
formas. Es de anotar que este goce tiende a depositarse en el cuerpo como
protesta al Amo. Esto lo podemos corroborar en la relación entre el cuerpo del
niño y la madre, y entre el cuerpo de la mujer y el hombre.
Con la caída de los semblantes
fálicos que universalizan según los postulados el Amo, queda al descubierto y
más potenciado el goce femenino que subraya lo singular y lo autista, lo que
conlleva en el lazo con el otro, la segregación.
Esta nueva desproporción entre los
goces, en las dinámicas de pareja y de familia contemporáneas abre
posibilidades a nuevas formas de parentalidad y/o el reforzamiento de algunos
rasgos de la relación entre los goces al interior de las familias, rasgos que
han existido siempre en la cultura. De ello da cuenta la literatura:
1. La exclusión de uno
de los miembros de la pareja, generalmente el padre, frente a la consolidación
temporal de la posición en la que la madre es el soporte del sistema familiar:
Al estilo de Úrsula Iguarán en la novela “100 años de Soledad”.
2. O la exclusión de
ambos padres, porque ellos están cada uno por su lado arreglándoselas con su
goce, y los hijos son criados por agentes externos bien sea de la parentela o
del ordenamiento social, lo que a veces provoca o fracasa en su función de
anudamiento. Joyce en “El Retrato del Artista Adolescente”.
3. Querer un hijo a
como dé lugar, siguiendo los postulados del capricho de un uno cualquiera,
soltero, casado, viudo, homosexual, etc. Esto se opone a otro designio: “no
deseo hijos”, y muchas veces, en cualquiera de las dos situaciones, se
desbarata la pareja.
4. La tendencia a la debilidad de la posición
masculina frente a la fuerza y contundencia de la posición femenina: una pareja
al estilo “Macbeth” y Lady Macbeth, Ella lo lidera, lo empuja,
lo precipita. Las mujeres tienen una particular disposición para encarnar el
superyó de un hombre.
5. La relación familiar se constituye a partir de un
error del destino, de un accidente, de un impulso, de un “encarrete” y una
elección que no se sabe, y que dura mientras dure el primer impulso. “No
nacimos pa´semilla”.
6. La tendencia de la mujer actual a no ser ya la
única para un hombre, al estilo de la mujer que Lacan comenta en el Seminario 8[4]. En
el díptico de Catherine
Millet, el primero, llamado “La vida sexual de Catherine M.”,
cuenta con detalles todos sus encuentros sexuales con personalidades de la vida
francesa y europea; la participación en encuentros por fuera de la forma
propuesta por la estructura social; y en el 2008 publica “Celos”, en
el que da cuenta de su obsesión angustiada por los amoríos de su esposo. “Habría
querido acceder a la totalidad de sus agendas durante años, a su empleo del
tiempo hora por hora”. Y concluye: “Es más fácil tirar con mil
extraños que tener el corazón en una sola persona”[5].
Es una cita paradigmática para nombrar lo que sucede con algunas de las parejas
de hoy.
7. La segregación del goce del niño puede dejarlo en
el marginamiento del discurso familiar y tomar las vías del síntoma en lo real,
como la hiperactividad, la farmacodependencia, la disfunción académica o
cualquiera de los síntomas contemporáneos que tachan y cuestionan el sentido y
los ideales.
8. La auto- segregación experimentada como soledad por
mujeres cuando han terminado su trabajo y su función materna. No viven su
estado como una elección sino como frustración.
Destinos de un real que toma forma de
yo ideal como el joven al volante de su pequeño auto deportivo, con los riesgos
y con el sentido que cada uno puede darle.
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