Comentario a una cita de Lacan
Susana Dicker
“…el masoquismo femenino es un fantasma masculino…
En este fantasma, y en relación a la estructura masoquista imaginada en la
mujer, es por procuración como el hombre hace que su goce se sostenga mediante
algo que es su propia angustia. Es lo que recubre el objeto. En el hombre, el
objeto es la condición del deseo. El goce depende de esta cuestión. Ahora bien,
el deseo, por su parte, no hace más que cubrir la angustia.
Para la mujer, el deseo del Otro es el medio para
que su goce tenga un objeto, si puedo expresarme, así, conveniente. Su angustia
no es sino ante el deseo del Otro, del que ella no sabe bien, a fin de cuentas,
qué es lo que cubre (…) en el reino del hombre siempre está presente algo de
impostura. En el de la mujer, si hay algo que corresponda a esto, es la
mascarada”.
Lacan, J, El Seminario, Libro 10,
La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006, pp 207-208
Esta referencia del seminario: “La Angustia”, en la
que Lacan pone en juego angustia, deseo y goce a partir de la
originalidad de su afirmación: “el masoquismo femenino es un fantasma masculino”, nos permite hacer el
pasaje desde un Freud
que en “El problema económico del masoquismo” ubica el dolor en el centro del
ser de la mujer, a un Lacan que, interrogado por el goce femenino, irá más allá
de la lógica freudiana.
Uno de los nombres para ese pasaje es el “goce
de la privación”, que desarrollará con posterioridad a este seminario. Con
él descentrará ese goce femenino del registro del masoquismo para subrayar una
posición en la mujer cuando se identifica al objeto de la fantasía perversa
masculina. En ese goce de la privación- que tan bien es confundido
con una posición masoquista- tenemos la conjunción entre amar la falta y gozar
de ella. Aquí encontramos ese goce particular en una mujer cuando se despoja
del tener para fabricarse un ser: dar todo por un hombre para ser toda
para él. Allí donde valora más en hacerse un ser, que en tener. Un goce de
la privación… para ser.
En “la comedia de los sexos” que vela la
“no-relación sexual”, una mujer puede consentir en ocupar el lugar de objeto
causa de deseo para un hombre, como un destino posible para la
feminidad, aunque ese lugar al que es convocada sea el de partenaire
“masoquista”.
Posición que nos acerca otro nombre para lo que en
un momento fue “masoquismo femenino” y es el de “estrago”, allí donde
algunas mujeres consienten al fantasma de un hombre y - si se trata de
asegurarse el goce del Otro- ponen el cuerpo en una conjunción de dolor y
humillación, en una relación especial con un goce donde se pierde toda medida
fálica.
Es lo que E. Laurent[1] define
como “falsa solución del masoquismo femenino” cuando quiere asegurarse un lugar
en el fantasma del hombre. Y dice falsa porque la salida femenina tendría que
ir por el lado de “la mascarada”, presentarse en su valor fálico pero sin
adherirse a esa identificación imaginaria; es decir, no creer en el semblante
mismo que ofrece. Se trata de “saber operar con nada”, simbólicamente, para
hacerse Otro para un hombre y, así, acceder a lo que Lacan define como “hacerse
Otra para sí misma”.
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Comisión Editorial Boletín Eva-Lilith
Raquel Cors Ulloa
María Hortensia Cárdenas
José Fernando Velásquez
Raquel Cors Ulloa
María Hortensia Cárdenas
José Fernando Velásquez
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