9 de septiembre de 2014

Eva-Lilith Nº 22


Boletín de las VIII Jornadas de la NEL
      Eva-Lilith
     Nº 22

                                     Ese goce Otro
Viviana Berguer


“EL GOCE COMO TAL ES EL GOCE NO EDÍPICO, el goce concebido en tanto sustraído, fuera de la maquinaria del Edipo, ES EL GOCE REDUCIDO AL ACONTECIMIENTO DEL CUERPO”  – goce que aunque concierne a todo ser hablante, sin embargo, es nombrado por Lacan como femenino.

La definición del goce, entonces, según esta cita encuentra su soporte en oposición al Edipo, como “sustraído” y “fuera” de la codificación simbólica. Un “sin ley” e “indecible” cuya referencia entonces, se orienta al cuerpo.

Ahora bien, me preguntaba si los fenómenos de retorno de goce en la psicosis – también sustraídos y fuera de la codificación del falo – ¿serían femeninos?

Sabemos que en la esquizofrenia, el acontecimiento de goce se vive en el cuerpo propio pero, bajo la forma de la alucinación (visual, auditiva, cenestésica). Es en el cuerpo donde retorna el goce, con la manifestación de la presencia del objeto en lo real allí donde, de haber operado la metáfora paterna, encontraríamos el síntoma o el fantasma, algún velo. El sujeto sufre el goce a través de vivencias de descomposición, fragmentación, que no son fantasmáticas – y responden a la ruptura interior del discurso que desencandena la estructura y que se escucha en el lenguaje de órganos, el discurso desarticulado, la metonimia desatada.

En la paranoia, también el sujeto es objeto del goce del Otro, pero el goce retorna vía el Otro; y entonces, las ideas de persecución: el Otro me goza. El sujeto sabe sobre el goce del Otro sobre sí, e intentará - vía el delirio - reconstituirse de esta experiencia de ser gozado por una dimensión exterior a sí mismo; en un esfuerzo de recuperar una condición activa, dirá sobre el poder de la palabra de un Otro insensato en su cuerpo.

También el Otro con el que se confronta la mujer es un Otro exterior a sí misma, que la goza – ella también es objeto de ese goce en su cuerpo. Sin embargo, allí, en su goce – que es suplementario al fálico -, la mujer no habla. El goce toma su cuerpo, la divide, la extravía – y ella…calla… no sabe. Para ella, se tratará de un goce que le es enigmático e insituable. Una relación con un vacío.

Y el efecto – entre otros - es un éxtasis vivificante, cuando queda articulado al deseo; o la angustia, cuando vacila; el rechazo y entonces, los síntomas – cuando responde la histérica con su estructura.

La experiencia femenina, pues, es bien distinta de la experiencia de la psicosis. Si bien encontramos proximidades, hay un punto clave: ¿ese goce es del Otro? o es ¿un goce Otro, que es suyo, que le pertenece, pero del cual es extraña?

Un goce al margen de las palabras – no inscripto en el discurso común -, pero no sin ellas. 

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Comisión Editorial Boletín Eva-Lilith
Raquel Cors Ulloa
María Hortensia Cárdenas
José Fernando Velásquez
 

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