Boletín de las VIII Jornadas de la NEL
Eva-Lilith
Nº 26
Comentario a una cita de Jacques-Alain Miller Mónica Febres-Cordero de Espinel“La mujer hace objeción a Hegel. La mujer se rehúsa al juego malabar de la dialéctica, se rehúsa a entrar en razones”.Miller, J.-A., El ser y el Uno, inédito. Clase V, 2 de marzo de 2011
En “La significación del falo”[1] Lacan
establece la primacía del significante y señala sus efectos en la pasión por la
que lo significable se convierte en significado. Lo significable está ahí,
potencialmente, en espera que advenga la significación. La vía del falo
establece el predominio de lo simbólico, y los poderes del lenguaje crean la
oposición entre significante y significado. Así mismo, la institución del
sujeto como efecto de significación se articula a la noción del Otro y al
campo del deseo. Es un proceso que da cuenta del sentido y del desciframiento
por la palabra. Lacan utiliza el concepto hegeliano de la aufhebung para
indicar este funcionamiento. Aufhebung, relevamiento, que implica que lo
significable al mismo tiempo se posterga y se conserva y en donde el falo
resulta ser el significante de “esta aufhebung semántica”.[2]
En la última enseñanza de Lacan predomina la problemática del goce sobre la del
deseo y el goce femenino le permite “ir más allá del campo que él mismo
había abierto”.[3] Porque
ya no se trata del goce edípico, sino de un goce que escapa a la
castración y a las leyes del significante. En este punto, explica Miller,
la primera construcción lacaniana, inscrita en el pensamiento de Freud,
Hegel y Saussure, vacila. Porque hay una porción del goce femenino que escapa a
la lógica de la aufhebung, y es ahí donde la mujer objeta a Hegel y a la
dialéctica.
Sin embargo, más allá de la sin razón que pareciera ser de la mujer en algunos
aspectos, Lacan despeja que el más allá del Edipo no la concierne a ella
solamente, sino a todo ser hablante. Miller extiende las consecuencias a los
finales de análisis: es lo que queda fuera del Nombre del Padre. Lo
encuentra en el acontecimiento de cuerpo como aquello que no entra en la
dialéctica del significante y del proceso de rechazo y aceptación del
goce, tal como lo implica la castración simbólica. Ahora, se trata de un
goce positivado, de un cuerpo que se goza más allá de la prohibición. Ya no se
articula a la dialéctica del deseo y es objeto de fijación. Porción de goce
que, la feminidad lo muestra, resiste a la aufhebung.
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Comisión Editorial Boletín Eva-Lilith
Raquel Cors Ulloa
María Hortensia Cárdenas
José Fernando Velásquez
Raquel Cors Ulloa
María Hortensia Cárdenas
José Fernando Velásquez
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