I Conversación Clínica de la NEL
El
analista y su práctica
São Paulo - 3 de septiembre de 2015
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Conversations - Phyllis Atha |
Letras en línea
Boletín Nº 6
El comentario que Fernando Gómez nos ofrece a la propuesta de
J.-A. Miller de que la conversación viene al lugar del Nombre del Padre es una
demostración de cómo se puede prescindir del Nombre del Padre a condición de
servirse de él. Por la vía del Nombre del Padre los lazos que se establecen en
una comunidad tienen signos identificatorios. El saber que se obtiene por esa
vía es el de la repetición y la acumulación: más de lo mismo. En cambio, la
conversación toma en cuenta la tyche de lo real como encuentro, a la
contingencia del hallazgo, a lo nuevo.
Para Éric Laurent el deseo de formación es una experiencia inédita y huir de lo
sabido sirve de brújula en la formación y en las conversaciones clínicas. María
Elena Lora comenta esta cita como una incitación al deseo para posibilitar la
emergencia de algo vivo. En la conversación se parte de la ignorancia para
arribar a la invención. Es lo que el deseo de Lacan nos enseña para hacer
existir el psicoanálisis.
¿Cómo opera la conversación? es la pregunta que nos planteamos en las
referencias bibliográficas. Una conversación puede ser un acontecimiento si sabemos
dar lugar a la improvisación y a la oportunidad.
Incluimos al final la ficha de inscripción a la I Conversación Clínica
de la NEL y
al Seminario del INES
Se deben
llenar los datos y enviarlos a:
Clara María Holguín: clara.maria.holguin@gmail.com
La inscripción está abierta para miembros, asociados y
participantes en los CID.
María Hortensia Cárdenas
Comentario de Fernando Gómez a la cita:
“La conversación es lo
que instalamos nosotros en el lugar del Nombre-del-Padre.” [1]
Jacques-Alain
Miller subraya en "El postanalítico", retomando un texto
de Laurent, [2] que la conversación analítica, entendida como un laboratorio de
investigación, sería la vía de saber qué conviene al más allá del Edipo y qué
conviene también en el tiempo del Otro que no existe. Para Miller la ciencia
instala la demostración rigurosa -silenciosa, matemática-, en el lugar del
Nombre del Padre, en cambio al psicoanálisis no le está permitida la
demostración silenciosa, “de tal manera que quizá la conversación es lo que
instalamos nosotros en el lugar del Nombre del Padre."[3]
A partir del Nombre del Padre sería un saber que se obtiene a partir de la
repetición de lo ya dicho, es lo acumulado por los que han venido antes que
nosotros y que está del lado de la erudición, donde se trata de ser completo,
de estar bien informado. Pero en la investigación se trata de una búsqueda, se
espera lo nuevo. Es verdad que para tener la idea de que algo puede ser nuevo hay
que conocer lo acumulado. Hay una dialéctica entre esas dos vertientes. Se
espera de lo nuevo, de un buen encuentro, de un hallazgo, y eso obedece a un
régimen distinto que la repetición. En esta vertiente estamos en la
contingencia, no tenemos seguridad.
En este sentido Leonardo Gorostiza nos dice: “Entiendo que, de esta manera,
apuntamos a lo que – ya no siendo el Nombre del Padre – puede hacer de punto de
capitón. Pero esto parte de concebir al síntoma como lo que hace punto de
capitón, lo cual no es lo mismo que reducirlo a producir un efecto de
significación. Se trata de cómo el síntoma captura un real”. [4]
En este sentido en la conversación analítica, la que responde a la última
enseñanza de Lacan, de lo que se trata ya no es de obtener un punto
de consenso transitorio y relativo para un contexto y una comunidad dada por la
cual son validados ciertos efectos de verdad, sino de que, efectivamente, un
real se encuentre allí concernido.
Pero esto es posible si el Sujeto supuesto Saber se encuentra separado del
semblante del Padre; de lo contrario seguiríamos en el registro del sentido
introducido a partir del Otro y es lo que Miller apunta cuando en su texto
"El pase perfecto” [5] donde le da un uso práctico al Sujeto supuesto
Saber al modo de una hipótesis que posibilita la elaboración, la invención de
un saber por fuera de la producción de sentido.
Para concluir, la propuesta es una conversación que tenga el gusto de producir
la diferencia, con la alegría de captar lo nuevo, con el coraje de consentir a
lo dispar. Una conversación acorde con la pragmática de la contingencia,
conforme a la política del síntoma que es la del psicoanálisis. Una
conversación que permita situar algo mejor el real en juego y orientarnos por
ese real que a cada uno divide y que solo se puede captar a trozos.
[1]
Miller, J.-A., “Lo postanalítico”, Conferencias
porteñas Tomo 3, Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 94.
[2] Laurent, É., “Lo imposible de enseñar”, ¿Cómo se enseña la clínica? Cuadernos del ICBA Nº
13, Paidós, Buenos Aires, 2000.
[3] Miller, J.-A., “Lo postanalítico”, Conferencias
porteñas Tomo 3, op. cit. p. 94.
[4] Gorostiza, L., “La invención colectiva”. Conferencia pronunciada en la Sección Rosario de la EOL, 23 de junio de 2000.
[5] Miller, J.-A., “El pase perfecto” en: “Lo postanalítico”, Conferencias porteñas Tomo 3,
op. cit. p. 99.
Comentario de María Elena Lora a la cita:
“Tenemos que
reconstruir un deseo de formación como experiencia inédita, una experiencia
deducida de la práctica misma, tenemos que huir de lo sabido, como se aconsejó,
como brújula en la formación, también en nuestras conversaciones clínicas.” [1]
La
experiencia analítica, cuando se trata del encuentro incierto con el
psicoanálisis y su real, más allá de la esperanza, la decepción, la alegría o
el tormento que suscita, no exceptúa la responsabilidad de un trabajo continuo
y riguroso, sino que además acentúa el encuentro de una experiencia
transgresora, un querer ir más allá, donde lo sabido se descompleta y se abre
el deseo de seguir el deseo de Lacan. Así, lo importante para seguir lo vivo de
la práctica psicoanalítica es señalar que no hay transmisión posible del
psicoanálisis si no se transfiere algo del deseo. Lacan hizo toda su enseñanza
no-toda para provocar interrogantes, conversaciones, de manera que la Escuela sea el lugar
donde se anudan formación y análisis como una apuesta para hacer existir lo
vivo del psicoanálisis.
En este sentido la práctica de la conversación clínica como una disciplina
crucial para la formación de un analista tiene que posibilitar la emergencia de
algo vivo, palpitando, perforando allí donde el psicoanálisis se estanca en
aras de postulados “sabidos”, casi “religiosos” y para ello será necesario como
nos advierte Lacan invocar a la herejía, aquella experiencia transgresora que
busca disipar la comprensión, que deja sin la última palabra y fuerza a poner
el cuerpo para inventar un comentario desde la ignorancia. Esta propuesta
supone que el hecho de preguntar y conversar no implica tener la respuesta,
sino que se trata de incitar el deseo.
De este modo, una conversación clínica que interroga tiene un “vacío inicial”
porque pone en el vacío una producción que se enriquece con el vacío previo.
Mediante la interrogación, nos damos algo y nos damos el vacío que nos permite
aun no tenerlo o tenerlo como deseo. Precisamente, el deseo al tener como
fuente la pregunta, es el lugar donde la palabra se dará siempre como
inconclusa. Entonces, conversar es preguntar, es buscar y buscar es ir
radicalmente al fondo, sondear, trabajar el fondo y en última instancia es
arrancar.
Justamente, el movimiento del deseo de formación supone una búsqueda y
constituye el motor de una conversación clínica, en tanto abre la posibilidad
de un más de saber que hay que crear, inventar. Así, conversar es manufacturar
el intersticio fugaz y producir el silencio innombrable. De este modo el deseo
de formación se enlaza con la idea de que un análisis tiene que estar anudado a
lo vivo del analizante y ello es jugarse por el paradigma lacaniano de lo que
es “ser viviente”.
[1]
Laurent, É., “Herejía y deseo”, http://www.wapol.org/ornicar/articles/155lau.htm
Referencias bibliográficas sobre Conversación
“Carta a los participantes”. En Jacques-Alain Miller, Los inclasificables de la clínica psicoanalítica,
1997, pp. 313-314.
¿Cómo opera la conversación?
· “La Conversación: se
habla, nos hablamos.”
· “Pero olvidemos Angers,
Arcachon será otra cosa”
· “La Conversación: para
que tenga lugar, antes hay que leer, releer, leer pensando en comentar lo
leído. El Conciliábulo del año pasado se había desarrollado según una forma
alternada: exposiciones, discusión, exposiciones, discusión. La Conversación es,
por un lado, todo lo escrito (el librito); por otro, todo el charloteo sin
interrupción.”
· “Se conservará un carácter de
improvisación para el acontecimiento. Nada de programa, excepto que hay que
comenzar a tal hora, terminar a tal otra, reponerse, dormir, etcétera. El marco
ha sido minuciosamente preparado (disposición original del lugar físico,
edición previa de los trabajos, centrados y pautados), y es justamente lo que
permite confiar el acontecimiento a la oportunidad.”
· “… tendrá éxito si ustedes
aportan lo suyo en el momento, después de haber dedicado previamente el tiempo
necesario para sacarle el jugo a los pulposos trabajitos que se les enviaron.”
Ficha de inscripción
Nombre y Apellidos…………………………………………………….
E-mail………………………………………………………………………..
Sede o Delegación……………………………………………….........
Está inscrito en el CID…………………………………………………
Costo
- Si solo se inscribe en la I Conversación Clínica: USD 30.00
- I Conversación Clínica y Seminario de Formación del INES: USD 40.00
EL pago se puede realizar en la
Sede con el tesorero correspondiente o el 2 de
septiembre en São Paulo.
Responsables
del Boletín Letras en línea
María Hortensia Cárdenas
Ana Viganó
Para Éric Laurent el deseo de formación es una experiencia inédita y huir de lo sabido sirve de brújula en la formación y en las conversaciones clínicas. María Elena Lora comenta esta cita como una incitación al deseo para posibilitar la emergencia de algo vivo. En la conversación se parte de la ignorancia para arribar a la invención. Es lo que el deseo de Lacan nos enseña para hacer existir el psicoanálisis.
¿Cómo opera la conversación? es la pregunta que nos planteamos en las referencias bibliográficas. Una conversación puede ser un acontecimiento si sabemos dar lugar a la improvisación y a la oportunidad.
Incluimos al final la ficha de inscripción a la I Conversación Clínica de la NEL y al Seminario del INES
Clara María Holguín: clara.maria.holguin@gmail.com
María Hortensia Cárdenas
“La conversación es lo que instalamos nosotros en el lugar del Nombre-del-Padre.” [1]
A partir del Nombre del Padre sería un saber que se obtiene a partir de la repetición de lo ya dicho, es lo acumulado por los que han venido antes que nosotros y que está del lado de la erudición, donde se trata de ser completo, de estar bien informado. Pero en la investigación se trata de una búsqueda, se espera lo nuevo. Es verdad que para tener la idea de que algo puede ser nuevo hay que conocer lo acumulado. Hay una dialéctica entre esas dos vertientes. Se espera de lo nuevo, de un buen encuentro, de un hallazgo, y eso obedece a un régimen distinto que la repetición. En esta vertiente estamos en la contingencia, no tenemos seguridad.
En este sentido Leonardo Gorostiza nos dice: “Entiendo que, de esta manera, apuntamos a lo que – ya no siendo el Nombre del Padre – puede hacer de punto de capitón. Pero esto parte de concebir al síntoma como lo que hace punto de capitón, lo cual no es lo mismo que reducirlo a producir un efecto de significación. Se trata de cómo el síntoma captura un real”. [4]
En este sentido en la conversación analítica, la que responde a la última enseñanza de Lacan, de lo que se trata ya no es de obtener un punto de consenso transitorio y relativo para un contexto y una comunidad dada por la cual son validados ciertos efectos de verdad, sino de que, efectivamente, un real se encuentre allí concernido.
Pero esto es posible si el Sujeto supuesto Saber se encuentra separado del semblante del Padre; de lo contrario seguiríamos en el registro del sentido introducido a partir del Otro y es lo que Miller apunta cuando en su texto "El pase perfecto” [5] donde le da un uso práctico al Sujeto supuesto Saber al modo de una hipótesis que posibilita la elaboración, la invención de un saber por fuera de la producción de sentido.
Para concluir, la propuesta es una conversación que tenga el gusto de producir la diferencia, con la alegría de captar lo nuevo, con el coraje de consentir a lo dispar. Una conversación acorde con la pragmática de la contingencia, conforme a la política del síntoma que es la del psicoanálisis. Una conversación que permita situar algo mejor el real en juego y orientarnos por ese real que a cada uno divide y que solo se puede captar a trozos.
[2] Laurent, É., “Lo imposible de enseñar”, ¿Cómo se enseña la clínica? Cuadernos del ICBA Nº 13, Paidós, Buenos Aires, 2000.
[3] Miller, J.-A., “Lo postanalítico”, Conferencias porteñas Tomo 3, op. cit. p. 94.
[4] Gorostiza, L., “La invención colectiva”. Conferencia pronunciada en la Sección Rosario de la EOL, 23 de junio de 2000.
[5] Miller, J.-A., “El pase perfecto” en: “Lo postanalítico”, Conferencias porteñas Tomo 3, op. cit. p. 99.
“Tenemos que reconstruir un deseo de formación como experiencia inédita, una experiencia deducida de la práctica misma, tenemos que huir de lo sabido, como se aconsejó, como brújula en la formación, también en nuestras conversaciones clínicas.” [1]
En este sentido la práctica de la conversación clínica como una disciplina crucial para la formación de un analista tiene que posibilitar la emergencia de algo vivo, palpitando, perforando allí donde el psicoanálisis se estanca en aras de postulados “sabidos”, casi “religiosos” y para ello será necesario como nos advierte Lacan invocar a la herejía, aquella experiencia transgresora que busca disipar la comprensión, que deja sin la última palabra y fuerza a poner el cuerpo para inventar un comentario desde la ignorancia. Esta propuesta supone que el hecho de preguntar y conversar no implica tener la respuesta, sino que se trata de incitar el deseo.
De este modo, una conversación clínica que interroga tiene un “vacío inicial” porque pone en el vacío una producción que se enriquece con el vacío previo. Mediante la interrogación, nos damos algo y nos damos el vacío que nos permite aun no tenerlo o tenerlo como deseo. Precisamente, el deseo al tener como fuente la pregunta, es el lugar donde la palabra se dará siempre como inconclusa. Entonces, conversar es preguntar, es buscar y buscar es ir radicalmente al fondo, sondear, trabajar el fondo y en última instancia es arrancar.
Justamente, el movimiento del deseo de formación supone una búsqueda y constituye el motor de una conversación clínica, en tanto abre la posibilidad de un más de saber que hay que crear, inventar. Así, conversar es manufacturar el intersticio fugaz y producir el silencio innombrable. De este modo el deseo de formación se enlaza con la idea de que un análisis tiene que estar anudado a lo vivo del analizante y ello es jugarse por el paradigma lacaniano de lo que es “ser viviente”.
¿Cómo opera la conversación?
· “La Conversación: se habla, nos hablamos.”
· “Pero olvidemos Angers, Arcachon será otra cosa”
· “La Conversación: para que tenga lugar, antes hay que leer, releer, leer pensando en comentar lo leído. El Conciliábulo del año pasado se había desarrollado según una forma alternada: exposiciones, discusión, exposiciones, discusión. La Conversación es, por un lado, todo lo escrito (el librito); por otro, todo el charloteo sin interrupción.”
· “Se conservará un carácter de improvisación para el acontecimiento. Nada de programa, excepto que hay que comenzar a tal hora, terminar a tal otra, reponerse, dormir, etcétera. El marco ha sido minuciosamente preparado (disposición original del lugar físico, edición previa de los trabajos, centrados y pautados), y es justamente lo que permite confiar el acontecimiento a la oportunidad.”
· “… tendrá éxito si ustedes aportan lo suyo en el momento, después de haber dedicado previamente el tiempo necesario para sacarle el jugo a los pulposos trabajitos que se les enviaron.”
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Costo
- Si solo se inscribe en la I Conversación Clínica: USD 30.00
- I Conversación Clínica y Seminario de Formación del INES: USD 40.00
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María Hortensia Cárdenas
Ana Viganó
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