4 de agosto de 2023

LOS SUEÑOS Y SUS DEVENIRES EN ANÁLISIS: UNA ORIENTACIÓN POR LO REAL DEL GOCE; por Raúl Montesinos Parrinello, comentarios de Jimena Rivas

 


Duermo cuando sueño lo que no hay;

me despierto cuando sueño lo que puede haber.

Fernando Pessoa[1]

 

Desde los inicios del psicoanálisis, los sueños han sostenido un papel central en esta praxis. Más de 120 años después, continúan revelando caminos a analizantes y analistas, y haciendo avanzar la práctica analítica. Si estiramos un poco la mirada, representan también un inesperado lugar de opacidad y resistencia frente a una sociedad contemporánea que promueve —a veces con severidad— sujetos transparentes[2], sin incertidumbres, dueños de sí mismos, incluso autogestionados. Los sueños, en cambio, dan cuenta del enigma subjetivo y son un escenario propicio para la emergencia del acontecimiento inconsciente, que se niega a desaparecer.

Este trabajo es un acercamiento a los sueños y nace especialmente de mi propia relación con ellos en el espacio analítico. En este punto del camino, e inicialmente motivado por la lectura del Seminario 11 de Lacan, parto —sin la intención de obtener respuestas cerradas o universales— de dos amplias preguntas: ¿en qué medida deseo y goce, puntos cardinales del trabajo analítico, se presentifican en los sueños del analizante?; y, ante ese devenir del sueño del neurótico y su relato, ¿cómo maniobra el analista? ¿Interpreta, agujerea el sentido de eso dicho u oscila entre estos actos?

Indago en estos asuntos, aunque de forma general en cada caso, a partir de dos entradas, que subtitulo así: (1) deseo y enigma subjetivo en el sueño y (2) repetición, despertar y goce en el sueño; en ambas, me pregunto por la posición del analista frente al relato del sueño en transferencia. Finalmente, cierro el recorrido desde un lugar más íntimo: con un fragmento de mi propia experiencia como analizante.

Deseo y enigma subjetivo en el sueño

El psicoanálisis nos confirma por diversas vías una enseñanza freudiana fundamental: que el yo no es el amo en su propia casa[3]. No somos lo que pensamos que somos ni lo que decimos ser, menos aún lo que mostramos. Lo inconsciente que nos habita da cuenta de ello: como nos lo recuerda Miquel Bassols, «cuando se trata del inconsciente, debemos decir algo me piensa; algo piensa en mí más allá de mí mismo y más allá de lo que yo creo ser, como sucede, por ejemplo, en un sueño»[4]. Dentro de sus formaciones, el sueño es, en efecto, quizá el escenario en que con más variedad se manifiesta este sujeto no unitario, zigzagueante, enigma para sí mismo.

Freud nos plantea desde muy pronto otro de sus más conocidos aforismos: que la «interpretación del sueño es la vía regia hacia el conocimiento de lo inconsciente dentro de la vida anímica»[5]. Desde esa época nos indica también que «el sueño es el cumplimiento (disfrazado) de un deseo (sofocado, reprimido)»[6]. Es una posición que va puliendo con el avance de su investigación y el encuentro con los sueños traumáticos y el concepto de pulsión de muerte[7], pero que, desde ese momento, marca un norte que seguimos teniendo en cuenta hoy en los análisis.

Aunque ya empieza a esbozar una propuesta que va más allá del inconsciente estructurado como un lenguaje, el Seminario 11 de Lacan, como explica Graciela Brodsky, retoma el descubrimiento-invento del inconsciente como tropiezo de Freud —que se manifiesta en lapsus, sueños, etc.— para suponer un sujeto agente de esas fallas: el sujeto del inconsciente[8]. Probablemente este agente tampoco es el amo en el campo del sueño, pero —como anota Lacan interpretando a Freud— sin duda ahí está en su casa[9].

Estamos ante un Lacan que sostiene que el sujeto del inconsciente es efecto del significante y que se desliza en esa cadena[10]. Pasa por el Otro, que lo preexiste, para constituirse como sujeto; de ahí que el inconsciente es, en este momento de su enseñanza, el discurso del Otro. Y por eso también el deseo es el deseo del Otro. Me dice eso, pero ¿qué quiere? es la pregunta inconsciente con la que el sujeto busca desentrañar qué hay detrás del decir del Otro. El deseo —o, si vamos un poco más allá, el objeto causa del deseo—, hijo de la falta, discurre permanentemente en la metonimia significante[11]. Esto ocurre también en los sueños y sus decires.

El relato del sueño del analizante articula una cadena significante que busca una respuesta en la escucha del analista, generalmente —aunque dependiendo de las características de la transferencia establecida— en la forma de una interpretación: «Sueño esto enigmático que no sé qué significa y tú, psicoanalista experto, seguramente tienes una respuesta». ¿Cómo situar, entonces, la interpretación en torno a esta inquietud depositada en el encuentro con el analista? Sabemos que este no se coloca como amo del saber, sino que se posiciona en otro lugar.

En el mismo Seminario 11, Lacan nos proporciona un par de pistas en torno al deseo y su interpretación: la primera es que «toda enunciación habla del deseo y es animada por él»[12]; la segunda, que «la interpretación apunta hacia el deseo»[13]. Apuntar a desvelar el sentido del deseo inconsciente que discurre en el sueño, a veces huidizo, es una importante entrada, pero tiene un límite: también puede deslizarse metonímicamente. De hecho, desde Freud sabemos que desentrañar el deseo inconsciente del sueño no basta, pues hay un tope al desciframiento: el ombligo del sueño, ese lugar insondable «por el que se conecta con lo no conocido»[14].

Aquí aparece un punto bisagra en el acercamiento a los sueños y su interpretación: moverse del deseo inconsciente hacia un lugar distinto: el del goce. Este concepto es complejo y puede referir diversas significaciones en la teoría lacaniana, pero aquí lo entiendo, siguiendo a J.-A. Miller, como aquello emparentado con lo pulsional freudiano, esto es, «el primer real sobre el que se ejerce la donación de sentido»[15]. Finalmente, como resume Brodsky, el sueño es, fundamentalmente, «el campo por excelencia de la realización del deseo y de la existencia pulsional»[16].

Podríamos decir, sumariamente, que deseo y goce se disputan un lugar en el soñante y que, en esa línea, el analista también se mueve apuntando a esas dos manifestaciones. Ahora, ¿cómo encontrar algo del goce en los sueños? No existe una sola manera y todo depende de analizante y analista, pero hay dos faros que pueden servir de guía: las repeticiones que allí se presentan y los despertares ocasionados por los llamados sueños de angustia.

Repetición, despertar y goce en el sueño

Un sueño repetitivo es —así como cualquier acto o decir constante en el analizante— una brújula importante en el análisis. Nicolás Landriscini, reseñando a Miller, señala cómo el carácter insistente del sueño reiterativo lo asemeja a otra importante formación del inconsciente: el síntoma. El sueño reiterado da cuenta, en última instancia, del «acontecimiento de goce que produce el impacto de ciertos significantes sobre el cuerpo»[17]. Algo de lo traumático —de lo real, finalmente— insiste, recubierto por las representaciones del soñante y sus asociaciones. En otros términos, en la red de significantes —automaton—, algo de la tyche —encuentro con lo real[18]— se presentifica.

Lacan detalla al respecto lo siguiente en el Seminario 11: «En el seno mismo de los procesos primarios, se conserva la insistencia del trauma en no dejarse olvidar por nosotros. El trauma reaparece en ellos, en efecto, y muchas veces a cara descubierta. ¿Cómo puede el sueño, portador del deseo del sujeto, producir lo que hace surgir repetidamente al trauma —si no su propio rostro, al menos la pantalla que nos indica que todavía está detrás?

Concluyamos que el sistema de la realidad, por más que se desarrolle, deja presa en las redes del principio del placer una parte esencial de lo que, a pesar de todo, es sin ambages real»[19].

Aunque la noción de lo real es compleja y variada en su enseñanza, Lacan nos propone ya desde este seminario una orientación sobre su relación con el sueño y el despertar: «El despertar, ¿cómo no ver que tiene un doble sentido?, ¿que el despertar que nos vuelve a situar en una realidad constituida y representada cumple un servicio doble? Lo real hay que buscarlo más allá del sueño —en lo que el sueño ha recubierto, envuelto, escondido, tras la falta de representación, de la cual sólo hay en él lo que hace sus veces, un lugarteniente. Ese real, más que cualquier otro, gobierna nuestras actividades, y nos lo designa el psicoanálisis»[20]. De hecho, la orientación por lo real es quizá el centro de este seminario y de lo que será la propuesta lacaniana en adelante. Los cuatro conceptos fundamentales, finalmente, se ordenan en función de la experiencia de lo real, de lo inasimilable, como sostiene Miller[21]. 

El despertar del sueño del analizante se nos presenta, entonces, como otra brújula certera del análisis. Algo perturbador motiva el escape del sueño angustiante: una presencia que no viene de fuera, sino de dentro. En este sentido, «el despertar a la realidad no es más que huida del despertar a lo real, el que se anuncia en el sueño cuando el sujeto se acerca, como Freud mismo lo indica, a aquello de lo que nada quiere saber»[22]. Baudini y Naparstek, siguiendo también a Freud, describen este momento del despertar como un encuentro con lo no tramitado, con la pulsión aflorante de lo traumático[23].

Ahora bien, ¿cómo tratar en el espacio analítico lo pulsional, eso no simbolizable, aquello de lo que a veces no se quiere saber y que despierta al soñante? Desde el Seminario 11, Lacan nos alcanza una orientación cuando afirma que el efecto de la interpretación es aislar un hueso de sinsentido en el sujeto, aquello irreductible a lo que, precisamente, está sujeto[24].

Orientado por el deseo inconsciente de su analizante, pero sobre todo por aquello que se satisface reiteradamente en el despliegue significante del decir de aquel, el analista interpreta, pero también va más allá y agujerea. Para ello, algunas veces subraya algo de lo dicho; otras, hace una escansión en la sesión. Intenta, en lo posible, bordear lo fijo del gozante, que empezará a surgir con el discurrir de los encuentros en el dispositivo.

En el caso de los sueños, en suma, el analista está guiado por una escucha que se sitúa, en palabras de Silvia Salman, «entre el sentido y la insistencia material del significante», es decir, «tanto en el nivel del relato del sueño, allí donde sus elementos cobran sentido para el discurso analizante, como en el nivel de lo que insiste más allá del sentido»[25].

Un relato sobre los sueños y sus manifestaciones en mi análisis

Termino este texto en un lugar más personal: el de mi propia experiencia con los sueños como analizante. Tomo como ejemplo solo una muestra, aún en desarrollo. Se fueron desplegando desde relativamente pronto en mi análisis ciertas manifestaciones sintomáticas que terminaron tocando algo del sueño y el despertar. Resumo dos someramente.

Una consistía en unas muy eventuales palpitaciones, término que utilicé desde un inicio para nombrarlas; irrumpía ocasionalmente en mí, sin causa aparente, una llamativa pero breve aceleración de los latidos del corazón y el pulso.

La segunda manifestación, aunque de un orden distinto, acaecía en el dormir: en medio de ese estado, algo en mí despertaba, pero mi cuerpo no respondía y continuaba en reposo, acaso cumpliendo firmemente un deseo de dormir. Esto me ocurría, sobre todo —es la explicación que encontraba conscientemente—, en momentos de mucho cansancio, pocas horas de sueño y ruidos en el entorno que activaban levemente mi percepción. Estos episodios solían estar acompañados de una sensación de falta de aire que, muchas veces —nueva justificación que me planteaba—, tendía a coincidir con la presencia de algún objeto —una almohada, una manta— o cierta postura que dificultaban mi respiración. Averigüé luego que el saber científico tenía clasificado este fenómeno: experimentaba una supuesta parálisis del sueño. Tomé prestado el concepto con desconfianza, pero también con una pizca de expectación por las resonancias y evocaciones que podía sugerir en mi caso.

Podría decirse que, en el primer ejemplo, en la vigilia, mi «cuerpo» se activaba y avisaba de una verdad inconsciente que mi yo no alcanzaba a comprender; en contraste, en el segundo, aquel dormía y no respondía ante mi intento «consciente» de despertar, de «respirar». En ambos estados, y por vías disímiles, un enigma inconsciente se me abría.

Un interesante giro, sin embargo, se hizo presente con insistencia en sueños posteriores. Tanto las palpitaciones como los intentos de despertar y la falta de aire empezaron a aparecer en sueños de angustia: en momentos culminantes, ante situaciones, digamos, indeseadas —y ciertamente angustiantes—, «sentía» dentro del sueño, con irrefutable claridad, palpitaciones o dificultad para respirar. Me despertaba inmediatamente por esa causa, solo para descubrir que todo era parte del soñar. A veces, siempre en el instante anterior al despertar, estos episodios venían acompañados de un movimiento de cabeza, como un decir no; otras, de una frase repetida: «Esto no puede ser real». En el acto, abría los ojos, de golpe… y así me escabullía de la pesadilla.

El «síntoma» representado en mis sueños empezó a funcionar, entonces, como defensa y salida frente al sueño de angustia: algo en mí se servía de esa representación —y de manera reiterada— para escapar de un encuentro ¿real? en esa instancia, por ahora en parte velado y, sin duda, insoportable, probablemente del orden de la pulsión, de la que vengo huyendo en diversos escenarios. Mi síntoma —subraya en un corte mi analista— me despierta, en el sueño y en la vigilia.

Exploro así algunas vías relacionadas con el lado metafórico y de cierto sentido del síntoma y el sueño, rieles que están más del lado del llamado por Miller inconsciente transferencial. Pero queda una cara real —más cercana a un inconsciente real— por descubrir detrás de ese lugarteniente que recubre la falta de representación, en principio una modalidad de goce singular que el propio síntoma envuelve y que aparece en mi sueño… Un núcleo envuelto imposible de simbolizar e interpretar que habrá de tomar alguna forma —o letra— en algún punto del camino. Algo de ese orden empieza a manifestarse, aún rodeado de espejismos. Hacia esa dirección me dirijo, orientado por mis síntomas, mis sueños repetidos y mis despertares.

Por el momento, sigo atento a lo que va mostrándose y ocultándose en mis sueños y en los relatos que hago de ellos; y, sobre todo, a sus insistencias, sus puntos más angustiantes, sus significantes primordiales, sus restos. Aunque seguramente algunos elementos permanecen velados frente a mi lectura actual —quizá sesgada—, prosigo deseante este trayecto analítico, a la espera de nuevos encuentros, en la vigilia o en los sueños… O tal vez en el entre del tenue litoral que los separa.

 

Raúl Montesinos Parrinello, participante del CID-Lima


Bibliografía 


[1] Pessoa, F., Libro del desasosiego (Trad. S. Kovadloff; 7.ª ed.), Buenos Aires, Emecé Editores, 1998/2005, p. 161.

[2] Véase al respecto Baudini, S. y Naparstek, F., «El sueño. Su interpretación y su uso en la CURA lacaniana», Lacan 21, vol. 2, 2019, párrs. 1-2. http://www.lacan21.com/sitio/2019/11/09/el-sueno-su-interpretacion-y-su-uso-en-la-cura-lacaniana/

[3] Freud, S., «Una dificultad del psicoanálisis (1917[1916])» (Trad. J. L. Etcheverry; 2.ª ed.), en Obras completas, volumen XVII, Buenos Aires, Amorrortu, 1979/1992, p. 135.

[4] Bassols, M., El inconsciente trans-ferencial [Videoconferencia en YouTube para UBA Psicología], 25.11.2020, a partir de 13:10. https://www.youtube.com/watch?v=QvSriiZrijs

[5] Freud, S., «La interpretación de los sueños (segunda parte)» (Trad. J. L. Etcheverry; 2.ª ed.), en Obras completas, volumen V, Buenos Aires, Amorrortu, 1979/1991, p. 597.

[6] Freud, S., «La interpretación de los sueños (primera parte)» (Trad. J. L. Etcheverry), en Obras completas, volumen IV, Buenos Aires, Amorrortu, 1979/1991, p. 177.

[7] Puede verse un resumen de este recorrido en La Barbera, S., «Sueños traumáticos y repetitivos. Del Wunsch a lo real», Scilicet. El sueño. Su interpretación y su uso en la cura lacaniana (Comp. A. Harari), Buenos Aires, Escuela de la Orientación Lacaniana, Grama Ediciones, pp. 147-148; o, en el mismo Scilicet, en Testa, A., «Sueños traumáticos bajo transferencia», pp. 149-150.

[8] Brodsky, G., Cuadernos del ICdeBA 2. Fundamentos 1. Comentario del Seminario 11, Buenos Aires, Grama Ediciones, 1999, pp. 34-36.

[9] Lacan, J., El Seminario. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. 1964, Buenos Aires, Paidós, 1973/2010, p. 52.

[10] Por ejemplo, en ibid., p. 155.

[11] Ibid., p. 222.

[12] Ibid., p. 147.

[13] Ibid., p. 183.

[14] Freud, S., «La interpretación de los sueños (primera parte)», op. cit., p. 132; puede verse también Montalbán Peregrín, M., «El sueño, formación del inconsciente real», Scilicet. El sueño. Su interpretación y su uso en la cura lacaniana (Comp. A. Harari), Buenos Aires, Escuela de la Orientación Lacaniana, Grama Ediciones, pp. 26-27.

[15] Miler, J.-A., El ser, es el deseo (Trad. S. Baudini), clase del 11 de mayo de 2011 del curso de J.-A. Miller, párrs. 29-30 https://congresoamp2020.com/es/articulos.php?sec=el-tema&sub=textos-de-orientacion&file=el-tema/textos-de-orientacion/el-ser-es-el-deseo.html

[16] Brodsky, G., Cuadernos del ICdeBA 2. Fundamentos 1. Comentario del Seminario 11, op. cit., p. 48.

[17] Landriscini, N., texto parte de la sección Traumdeutung | Lecturas del XII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, 2020. https://congresoamp2020.com/es/articulos.php?sec=traumdeutung&sub=lecturas&file=traumdeutung/lecturas/20-02-10_nicolas-landriscini.html

[18] Lacan, J., El Seminario. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, op. cit., p. 60.

[19] Ibid., p. 63.

[20] Ibid., p. 68.

[21] Miller, J.-A., Seminarios en Caracas y Bogotá (Comp. y Ed. M. H. Cárdenas), Buenos Aires, Paidós, 2015, p. 471.

[22] Miller, J.-A., «Despertar» (Trad. E. Berenguer), Scilicet. El sueño. Su interpretación y su uso en la cura lacaniana (Comp. A. Harari), Buenos Aires, Escuela de la Orientación Lacaniana, Grama Ediciones, p. 16.

[23] Baudini, S. y Naparstek, F., «El sueño. Su interpretación y su uso en la CURA lacaniana», op. cit., párr. 23.

[24] Lacan, J., El Seminario. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, op. cit., pp. 257-258.

[25] Salman, S., El escándalo del cuerpo hablante, texto de orientación del XII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, 2020, párrs. 9-10. https://congresoamp2020.com/es/articulos.php?sec=el-tema&sub=textos-de-orientacion&file=el-tema/textos-de-orientacion/el-escandalo-del-cuerpo-hablante.html



COMENTARIO DEL TEXTO: "Los sueños y sus devenires en análisis: una orientación por lo real del goce"; Jimena Rivas

¿Por qué la vida del alma no se duerme? (1)

Gracias, Raúl, por tu texto y tus preguntas, ya que con ellas me ayudaste a elucidar el apuntalamiento de mi analista cuando le traje mi último sueño.

Te haces dos preguntas amplias e interesantes, e intentas responderlas de alguna manera, por lo que me gustaría que nos agregases algunas puntualizaciones. Te preguntas acerca del deseo y goce, su presentificación en los sueños del analizante y la maniobra del analista con esto, por lo que me pregunto, ¿Interpreta, agujerea el sentido de lo dicho u oscila entre estos actos?

Esta última pregunta me parece interesante con miras al tema de las jornadas de escuela “Cortes e interpretaciones”.

Para iniciar voy a tomar de tu texto el siguiente extracto “el relato del sueño del analizante articula una cadena significante que busca una respuesta en la escucha del analista”, a decirse, la puesta en escena del sujeto supuesto saber y de la transferencia.

Tome la siguiente viñeta de Miller, extraída de la bibliografía N°2 de las jornadas de la NEL-cf 2023 “Cortes e Interpretaciones”, que toma un poco de tu pregunta por el deseo, y además el deseo también de ser interpretado por el analista, dice lo siguiente:

“Si Lacan no hace de la interpretación uno de los conceptos fundamentales del psicoanálisis, es porque la incluye en el concepto mismo del inconsciente. Y es que para él el deseo inconsciente no es distinto de su interpretación. Y la equivalencia inconsciente-interpretación es lo que significa el término mismo `Sujeto supuesto saber´”. (2)

Lo que me lleva a la pregunta que te haces más adelante acerca de la maniobra del analista y la interpretación, puedo decir algunas cosas:

-          “la interpretación apunta hacia el deseo” desde el lado del analista

-          Desde el lado del analizante, yo diría, el deseo de saber, de encontrar sentido, nos lleva nuevamente a lo pulsional de la transferencia, el amor que se dirige al saber.

Pero develar sentido, también tiene un límite, y su límite es lo real. Tomas dos concepciones de lo real en el sueño, el–ombligo del sueño- y el despertar. El ombligo del sueño como aquello que se resiste y se encuentra fuera de los límites de la interpretación, para Lacan, algo más allá de lo desconocido, lo No Reconocido. Un agujero en el que el sentido se escapa.

Es esto, justamente, lo que no permite al analizante alcanzar su fin dentro del sueño. Persigue una interpretación, una verdad, pero despierta. “Lacan nos muestra que la verdad no es más que articulación significante. En ello es como el sentido, en tanto llama a la interpretación, al desciframiento”.(3) Los sueños, como herramienta, nos permiten acercarnos a índices de verdad, índices de real, sin embargo, también se cae en el deseo de satisfacción de creer que se terminará de elucidar todo su contenido y que logrando eso habremos logrado un paso más allá en el análisis. Complicado porque podemos caer en mentiras.

Y, entonces, ¿desde dónde se interpreta en una orientación por lo real?

-          No hay una metodología ni modelo de la interpretación, y es algo que creo que está en juego para todos en la formación, y es por ello que una técnica es “para todos”, y no para el caso por caso.

-          En ese sentido, intentamos apuntar a la falta, a un significante primordial, a mover lo fijado en el sujeto, a movilizar la ficción que se ha construido, el propio delirio de cada uno.

Para finalizar, tomo un recorte de Silvana di Rienzo en el “Dejamos Aquí N° 2” Boletín de las Jornadas de la NEL-cf 2023 “Cortes e Interpretaciones”

Alejada de la comprensión, del añadir sentido y del lugar de saber, advertida del registro de la verdad mentirosa, la escucha analítica apuntará en cada encuentro singular, uno por uno, a las formaciones del inconsciente, a las articulaciones de la cadena significante, pero fundamentalmente a la irrupción de lo que itera en el síntoma, eso fijo que no cambia, que resiste, y que forma parte de su núcleo opaco, no dialectizable en la cadena significante, por fuera del sentido, “…el significante efectúa, pone en ejecución el significado, en tanto la letra es materia”. [1] Esta escucha analítica que circula entre el significante y la letra, “se trata de una presencia que circule entre una escucha y una lectura”[2], entre el sentido y el fuera de sentido. No es una escucha pasiva, sino que orientará el acto analítico, interpretaciones y cortes en la modalidad que convenga cada vez y en cada caso, apuntando a la implicación subjetiva, a hacer de esa queja inicial un síntoma analítico, a despejar las identificaciones coaguladas, pero también y sobre todo, apuntando a hacer resonar, a tocar, a conmover la singular modalidad de goce de ese parlêtre. Transferencia y deseo del analista mediante, las interpretaciones y cortes así orientados solo podrán leerse retroactivamente a partir de sus efectos. (4)


 

 


 








 

Jimena Rivas, asociada a la NELcf-Lima


Bibliografía

1.      Freud, S. (2009). Oblas completas – Conferencias de introducción al psicoanálisis (Partes I y II) – Tomo XV – 1ª ed. 12ª. Reimp.- Buenos Aires: Amorrortu, p. 81.

2.      MILLER, J.-A. (2009) “Adiós al significante”, en Conferencias Porteñas, Tomo II, Paidós, Buenos Aires, p. 269. Recuperado de: https://jornadasnelcf.com/xiii/wp-content/uploads/sites/2/2023/06/NEL-Bibliografia-2%C2%B0-Entrega-1.pdf

3.  Giraldo, M. (2020). Un final abierto. Artículo publicado en Papers 4: Congreso AMP 2020. pp. 17-20. Recuperado de: https://congresoamp2020.com/es/el-tema/papers/papers_004-es.pdf

4.  Di Rienzo, S. (2023). Algunas versiones de la escucha  y la interpretación, hoy. Artículo publicado en Boletín N°2 “Dejamos Aquí…” – Jornadas de la Nel 2023. Recuperado de: https://jornadasnelcf.com/xiii/portfolio-items/dejamos-aqui-2/?portfolioCats=45

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