Una vez
más la Escuela Una nos encuentra conversando sobre
la práctica del control en su interior. Práctica
inacabada, infinita e inconsistente, que nos
interroga una y otra vez sobre el modo en que
opera el deseo del analista en la conducción de
cada análisis.
El “in” que se
repite en cada uno de estos términos que pueden
adjetivar esta práctica, evoca lo “i-n-a-n” al
que alude Lacan en el Seminario 19 (p.114) para
referirse a lo inan-alizable: “…No basta
con decir que el psicoanálisis es imposible, ya
que eso no excluye que se lo practique. Para que
se lo practique sin ser inan, lo que
importa no es la calificación de imposible; es su
relación con lo imposible lo que está en tela de
juicio…”
Indicar esta
relación con lo imposible y volverla transmisible,
es tal vez uno de los principales elementos que
puede ofrecer la experiencia del control, tanto a
partir del relato del caso como de su transmisión
a la Escuela.
Ahora bien la
experiencia de control comporta una demanda, que
como tal siempre hace existir a un Otro, lo que
permite interrogar qué posición conviene a este
Otro para que en ella se ponga en juego esa
relación con lo imposible.
Por la formación
que la Escuela de Lacan dispensa a los analistas,
al menos sabemos que no se trata del Otro del
saber, aquel que puede garantizar qué, cuándo y
cómo interpretar, lo que llevaría al analista
practicante a con-formarse a un ser analista, si
no estandarizado, por lo menos tipificado.
Un Otro
suficientemente analizado, es decir advertido de
su propia relación con lo imposible, tendrá la
ocasión de hacer pasar en la experiencia ese real,
a partir del cual cada practicante podrá asumir el
analista singular que cada uno sabe hacer operar.
El deseo del
analista encuentra entonces en la experiencia del
control un modo de manifestarse, lo que podrá
desembocar, y es lo esperable, en un deseo de
control. Es una responsabilidad de la Escuela
producir este deseo, mantenerlo vivo y hacerlo ex
-sisitir como inherente a su política que es
también una política de la transmisión de una
experiencia.
Tendremos entonces
que encontrar, cada vez, los modos de provocarlo.
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