15 de abril de 2014

La Gran Conversación de la Escuela Una - Claudia Pollak

Flashes

   El control una experiencia vivificante

 Claudia Pollak

El primero en mis inicios.  Esta época estuvo signada por la gran afluencia de pacientes, promovidos por el Coordinador de la Institución para la cual trabajaba, el cual parece me suponía un saber hacer. El deseo de “ver pacientes” era lo que nos orientaba a los jóvenes profesionales, sobre todo formados en la Universidad de Buenos Aires, quienes lamentablemente carecíamos de práctica clínica. O sea, recién recibida, atendiendo muchos pacientes, …parecía la Panacea. Sin embargo yo no estaba contenta, sino más bien preocupada y con temor a equivocarme. Una sensación se apoderaba de mí , a modo de “fenómeno elemental”: Sentía que debería estar conectada a través de un micrófono con aquel que era mi supervisor para poder preguntarle permanentemente:  “… y ahora qué hago” “… y ahora qué digo”  “…y esto con qué tiene que ver?...”  El A era sostenido en un lugar de sabelotodo, era yo la que no sabía pero  había al menos uno que sabía todo lo que había que saber. En este momento la supervisión (asi llamada) era como un bastón, un apoyo para recorrer el camino. Esto duró un tiempo relativamente corto, luego se fue espaciando., a medida que me dí cuenta que se trataba de escuchar al paciente.

Otro problema sobre todo al inicio: ¿qué es “escuchar”?
En un segundo momento años después., la supervisión pasó a ser una de las patas en la que se sostenía la Formación del Analista tal como se los transmitía a los alumnos y pasantes. En mi práctica se convertía en un trámite un poco burocrático (había que hacerlo) clasificatorio, donde se me “esclarecía “sobre el diagnóstico y posible tratamiento del paciente en cuestión. No era una práctica tan frecuente. El A con quien supervisaba era “el esclarecido”

El tercer momento está signado por mi último análisis en donde me vi firmemente “invitada” a controlar permanentemente, Me preguntaba por qué, tan seguido, para qué? Luego de un tiempo considerable entiendo a este espacio diferente ya que se sostiene desde una lógica distinta. Lo que allí acontece, en ese universo discursivo, tiene efectos tales en mi análisis que –concluyo- forma parte de él.

Esta práctica inédita de control,  semanal, anudado indefectiblemente a mi análisis ha modificado –entre otras cosas- mi práctica como analista, no faltó oportunidad en que luego de un Control acudí a un texto. Imborrable abrochamiento, de la Clínica a la Teoría.

Entiendo que el Control así llevado a cabo está sostenido en una posición ética, no sólo clínica, epistémica, o política

Espero haber podido transmitir algo de mi deseo en relación a la práctica del control, que se ha convertido para mí, en una práctica vivificante.

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