10 de abril de 2014

La Gran Conversación de la Escuela Una - Lucía D`Angelo

 Flashes

El principio del control

Lucia D’Angelo

Elevar el control a la condición de principio, implica que la Escuela no declina de la responsabilidad de llevar adelante una política para contrarrestar los efectos desegregativos introducidos por la desregulación – o exceso de regulación – de la práctica. Para Lacan: “La Escuela, desde el momento en que el sujeto entra en análisis pone en juego la responsabilidad que no puede declinar de sus consecuencias”.

Lo cual platea una paradoja, porque si la Escuela no reglamenta ninguna regulación sobre la práctica del control, por otra parte, puede y por ende debe, tener una orientación política. Porque la orientación política de la Escuela, implica que el analista debe actualizar la reflexión no sólo de evaluar la demanda y de la práctica del control del analista en formación, sino y sobre todo, de la evaluación de los efectos y de los resultados de esa práctica, entre los miembros de la comunidad de experiencia de la Escuela.

El control de la práctica mantiene con el propio análisis, una relación indisoluble con los fines de la formación, en resonancia con el deseo de saber que la anima.  

Se trata de propiciarla, de actualizar su doctrina, que ponga en primer plano el comentario continuo del acto del analista. El control es un instrumento que tiene el practicante para verificar el particular abordaje de lo real que se obtiene por la operación analítica, así como un lugar posible de constatación de la eficacia del psicoanálisis.

En la actualidad, la práctica del control es un hecho. Sin embargo, en mi experiencia, las modalidades impresas por el intento de regulación de la práctica institucional, es preciso despejar la confusión frecuente, en los practicantes, entre el psicoanálisis y las psicoterapias. Esta confusión lleva a reducir el control a la búsqueda de una solución técnica o táctica. Resituar que el control de la práctica analítica, implica poner en juego la estrategia y la táctica, de  la posición del practicante respecto de la transferencia y de la consecuente política que permita extraer la lógica de la cura. Y sobre todo, preservar el deseo del analista que la anima.

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