I Conversación Clínica de la NEL
El
analista y su práctica
São Paulo - 3 de septiembre de 2015
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Interesting conversation in old rotunda - Vladimir Soldatkin |
Letras
en línea
Boletín Nº 4
Una “elaboración progresiva” es lo que
propone Jacques-Alain Miller como consecuencia de una Conversación, es decir,
sin conclusiones finales que establezcan una técnica o un buen uso en la
práctica. No hay garantías, nos recuerda Gabriela Urriolagoitia, lo que para
ella evoca la lógica de lo singular que nos permite abordar cada caso –no solo
al practicante sino también en la Conversación – como si fuera la primera vez. El
efecto sorpresa estará asegurado en el encuentro fallido y se producirán
significaciones inéditas. Así, para Gabriela una Conversación es una
práctica del bien decir.
Susana Dicker, a partir del
hermoso poema de José Lezama Lima “El pabellón del vacío”, destaca
el vacío en la Conversación. El tokonoma es un lugar en la casa
japonesa que encarna el vacío mismo. El vacío que permite –explica Susana– el
intercambio entre dos espacios heterogéneos: lo real y el sentido. Dos espacios
tan inconexos e incongruentes que se necesita de un vacío intermedio que
permita realizar el intercambio y el lazo.
El cuadro Interesting
conversation in old rotunda de Vladimir Soldatkin que
acompaña este boletín nos transmite la viveza de una conversación cuando ésta
inspira interés, importa, atañe, y mejor aún: cuando el objeto causa está
presente. Los invitamos a leer con ese mismo interés los desarrollos de los dos
comentarios a las citas, que bordean lo que no puede terminar de definirse de la Conversación en el
lazo social analítico.
Con el mismo ánimo, las
Referencias bibliográficas nos introducen al “Conciliábulo de Angers”, que se
desarrolló con un clima de trabajo distendido y muy
festivo; y a la “Conversación de Arcachon”, realizada con participantes dispuestos en
círculos, atentos y divertidos. Excelente espacio el de la Conversación para
verificar la transferencia de trabajo.
María Hortensia Cárdenas
Comentario de Gabriela Urriolagoitia a la cita:
“Evidentemente, la jornada de hoy,
jornada anual de las Secciones clínicas, es como una gran misa. No llevamos
demasiado lejos la analogía, pero es una gran misa clínica, o un concilio
anual, donde discutimos nociones, cotejamos nuestras concepciones unas con
otras, sin concluir mediante una decretal que indique cual es el buen uso de
las cuestiones, sino según una elaboración progresiva”. [1]
La
conversación, una práctica del bien decir
Miller habla de la conversación clínica
como una misa porque es una oportunidad que nos convoca a los analistas y nos
reúne. Es también un concilio porque se trata de discutir, poner a prueba y
verificar los conceptos del psicoanálisis y su pertinencia en la práctica
clínica. Sin embargo nos advierte que no se trata de algo dogmático. Dice que
es más bien un trabajo progresivo y esto evoca para mí, la lógica de lo
singular. Se trata de poner a prueba un concepto del psicoanálisis (o algunos),
en un caso clínico y en una oportunidad dada, como si fuera la primera. No se
pueden sacar conclusiones de un caso, que valgan para otros. Entonces esta
modalidad, lejos de terminar en un decreto o en un saber acabado, relanza la
causa de nuestro deseo y abre nuevas vías de trabajo. Esto es posible porque
nuestras conversaciones son una práctica que se apoya sobre la inexistencia del
Otro, un saber absoluto agujereado y la falta de garantías. Es una
práctica que encarna en sí misma, la relación de cada uno con el S(A/). Por lo
tanto un analista expone un saber hacer que inventó a la medida de ese caso.
Por otro lado, a falta de un
Otro del saber y de las garantías, apelamos en cada conversación, a una
práctica del bien decir y de la posibilidad de la pregunta, con lo cual, el
efecto sorpresa además está presente: los comentarios y las preguntas de los
colegas producen significaciones nuevas que enriquecen la lectura del material
clínico. Efectos de significación que antes de esa conversación, eran inéditos.
[1] Miller, J.-A., Cuando el
Otro es malo,
Paidós, Buenos Aires, 2011, pp. 74-75.
Comentario de Susana Dicker a la cita:
“De
pronto, con la uña
trazo un pequeño hueco en la mesa.
Ya tengo el tokonoma, el vacío,
la compañía insuperable,
la conversación en una esquina de Alejandría”. [1]
Un vacío en la conversación
Si el Otro no existe, ¿qué nos queda?
Nos queda conversar…. [2]
M. Bassols [3] recuerda la
responsabilidad de las Escuelas de la
AMP: “cuidar de la especificidad de la experiencia analítica,
tanto hacia el exterior como hacia el interior de las mismas”. Una experiencia
que tiene como resorte “el nudo inhumano del lenguaje con el goce” y que, por
ello mismo, se guía por lo real en juego que se hace causa de la transferencia.
Nuestra próxima Conversación Clínica,
como uno de los espacios de la
Escuela, no puede no inscribirse en el cuidado de esa
especificidad, más aún cuando los que la sostienen son analistas formados en
ella.
Lacan insistió en la preservación de un
vacío en dicha experiencia, por parte del analista, que pudiera alojar la letra
de goce que sostiene el síntoma del analizante, como vía de acceso a lo
singular, que es la oferta del psicoanálisis.
Si esto es así como un principio de la
práctica y buscamos transmitirlo en acto a la comunidad analítica, uno de los
espacios para hacerlo efectivo es la conversación clínica. De allí la pregunta:
¿cuál sería esa uña del analista que pueda hacer hueco y producir el vacío
indispensable para alojar ese real que hace obstáculo al universal, “al Uno
fusional”, [4] que “aplasta con palabras últimas”? [5]
M. Bassols, [6] celoso de esa
herencia lacaniana, encuentra en la letra del poeta el tokonoma, ese
vacío de la arquitectura japonesa necesario para hacer habitable la casa. Vacío
familiar al vacío intermedio, tercero entre el yin y
el yang, y que por ello mismo hace posible los intercambios entre
estos dos heterogéneos.
Ya sea en la experiencia singular de un
análisis, como en el espacio de una conversación que se quiere de analistas, se
trata de preservar una posición que haga litoral entre lo real
y el sentido, y que despeje el lugar del analista como el de un vacío
intermedio actuando, que permita la circulación allí donde hay
diferencia, entre el hacer y el hablar, entre significante y
goce.
[1] Lezama
Lima (1976): El pabellón del vacío, poema citado por M.
Bassols en el marco del seminario del INES sobre "Lituratierra".
[2] Miller, J.-A., El Otro
que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 27.
[3] Bassols, M., Discurso de asunción de
la presidencia de la AMP,
2014.
[4] Ibídem.
[5] Miller, J.-A., Conferencias
porteñas, Paidós,
Buenos Aires, 2010, p. 111.
[6] Bassols, M., “Lituratierra”,
Cuadernos del INES 9, Lima, 2014, p. 225.
Referencias bibliográficas sobre la Conversación
“El
conciliábulo de Angers” (1996). En Los
inclasificables de la clínica psicoanalítica. (p. 13 y ss.)
“―¿En resumidas cuentas, un coloquio?
―Si quiere, pero antes que un
«coloquio», que recuerda la rigidez de una sociedad científica, se eligió, no
sin cierta malicia, la expresión «conciliábulo». [1] Conocen el origen de este
término. Era perfectamente adecuado para el clima de trabajo, que fue
distendido, pero muy festivo. Quince personas fueron invitadas para su
preparación, cada una de una sección clínica diferente, enseñante o estudiante,
para exponer algo breve, pero con la consigna «preciso, precioso, inédito, no
ya sabido», con un tiempo de discusión tan largo como el de las exposiciones.”
(p. 15)
[1] 1. m. Concilio
no convocado por autoridad legítima. 2. m. Junta o
reunión para tratar de algo que se quiere mantener oculto. (DRAE, 2015)
“La conversación de Arcachon”
(1997). En Los inclasificables de la clínica psicoanalítica. (p. 195 y ss.)
· “Pero, en la misma línea, se planteaba
esta otra: ¿cómo formar una serie con esos «tesoros de la clínica»? ¿Cómo
construir nuestras series singulares? ¿Cuál es el dispositivo adecuado para
extraer consecuencias de este saber?
La Conversación de
Arcachon fue concebida con el entusiasmo de las horas que siguieron al final
del Conciliábulo. «Lo raro, lo preciso, lo precioso»: cada sección
lo recogería, elegiría una o dos exposiciones, de enseñantes o estudiantes, que
habrían de reunirse en un volumen destinado a los participantes de la Conversación ,
quince días antes que esta se celebrara, bajo el título «Casos raros: Los
inclasificables de la clínica»”. (p. 197)
· La manera en la que se ejecuta el
dispositivo es la siguiente: “En la sala de reuniones del casino de
Arcachon, que da a la bahía, 250 participantes dispuestos en círculos, atentos
y divertidos, interrogaban sus resultados, comparaban las consecuencias de sus
construcciones, o trataban, juntos de deducirlas.” (p. 197)
Responsables
del Boletín Letras en línea
María Hortensia Cárdenas
Ana Viganó
Por otro lado, a falta de un Otro del saber y de las garantías, apelamos en cada conversación, a una práctica del bien decir y de la posibilidad de la pregunta, con lo cual, el efecto sorpresa además está presente: los comentarios y las preguntas de los colegas producen significaciones nuevas que enriquecen la lectura del material clínico. Efectos de significación que antes de esa conversación, eran inéditos.
trazo un pequeño hueco en la mesa.
Ya tengo el tokonoma, el vacío,
la compañía insuperable,
la conversación en una esquina de Alejandría”. [1]
“La conversación de Arcachon” (1997). En Los inclasificables de la clínica psicoanalítica. (p. 195 y ss.)
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