En De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, Lacan (1955-56/2008) señala que en el caso de Schreber se trata de “un desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto” (p. 534). ¿A qué se refiere Lacan con “la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto”? ¿Qué nos enseña esta frase acerca de la psicosis? Intentando encontrar respuestas, puntualizaré algunas ideas acerca de la relación del sujeto con el ser, el lenguaje y la vida en el caso Schreber.
El planteamiento freudiano sobre el Inconsciente cuestiona al hombre sobre su lugar en el Universo y pone en evidencia que uno “ni siquiera es amo en su propia casa” (Freud, 1916-1917/2012, p. 261) pues ello piensa. Se trata de Otro escenario desde donde el sujeto se puede plantear la pregunta por su existencia: ¿Qué soy ahí? referente a su sexo y la contingencia de su ser (Lacan, 1955-1956/2008). Para Lacan, “esa pregunta por su existencia baña, sostiene, invade y desgarra al sujeto por todas partes… Es a título de elementos del discurso particular como esa pregunta en el Otro se articula” (p. 526). Pregunta, así como intentos de respuesta, con las que el sujeto armará el sentido de su existencia.
¿Qué le puede haber pasado a Paul Schreber para que de pronto su vida haya sido violentamente resquebrajada? ¿Qué pasó con su castillo de naipes? El desencadenamiento de su psicosis coincide con momentos importantes en su carrera de juez, como su candidatura al Reichstag y la toma de cargo de presidente del Superior Tribunal de Dresde. Lacan (1955-1956/2008) plantea que la condición esencial de la psicosis es la forclusión del Nombre-del-Padre, donde al ser llamado, responde en el Otro “un puro y simple agujero, el cual por la carencia del efecto metafórico provocará un agujero correspondiente en el lugar de la significación fálica” (p. 543). Podemos suponer que en esta situación Schreber invoca al Nombre-del-Padre y se encuentra con un abismo, un agujero, Un padre real. No hay un efecto de significación, no hay poesía, no hay creación.
Este resquebrajamiento de lo simbólico trae consigo una catástrofe del eje imaginario y, en consecuencia, el campo de la realidad de Schreber se ve afectado. Los fenómenos elementales en Schreber dan cuenta de que se encuentra con este abismo en la cadena significante. Experimenta la perplejidad ante un crujido en la pared de su alcoba que insiste con la certeza de que le concierne a él. Aparecen alteraciones en la experiencia que tiene de su cuerpo, como se observa en el informe de 1889 del director del asilo de Sonnestein (citado en Freud, 1911-1913/2012, p. 14),
Al comienzo de su estadía allí, él exteriorizó más ideas hipocondríacas, se quejaba de padecer de un reblandecimiento del cerebro, decía que pronto moriría, etc.; luego ya se mezclaron unas ideas de persecución en el cuadro clínico, basadas en espejismos sensoriales, los cuales, sin embargo, inicialmente se presentaban más aislados, al par que imperaban un alto grado de hiperestesia y gran susceptibilidad a la luz y al ruido. Luego se acumularon los espejismos visuales y auditivos, que, sumados a perturbaciones de la cenestesia, gobernaron todo su sentir y pensar; se daba por muerto y corrompido, por apestado, imaginaba que en su cuerpo emprendían toda clase de horribles manipulaciones; y, como él mismo lo declara todavía hoy, pasó por las cosas más terribles que se puedan imaginar, y las pasó en aras de un fin sagrado. Las inspiraciones patológicas reclamaban al enfermo a punto tal que, inaccesible a cualquier otra impresión, permanecía sentado durante horas totalmente absorto e inmóvil (estupor alucinatorio), y por otra parte lo martirizaban tanto que deseaba la muerte: en el baño hizo varios intentos de ahogarse y pedía el "cianuro que le estaba destinado".
Schreber experimenta en carne propia la certeza de estar muerto. Incluso unas voces le dan a conocer la fecha y nombre del periódico donde había aparecido en la rúbrica necrológica (Lacan, 1955-56/2008). Falta el significante del Nombre del Padre, no hay mediación simbólica sobre la muerte. Al respecto, Lacan señala “no hay por supuesto ninguna necesidad de un significante para ser padre, como tampoco para estar muerto, pero sin significante, nadie, de uno y de otro de esos estados de ser, sabrá nunca nada (p. 532).
Más adelante, Schreber experimenta el delirio de la mudanza en mujer y de estar amenazado por actos de abuso sexual y persecución por parte de su médico, los enfermeros del hospital y luego por Dios. Se siente sometido al goce del Otro, aparece como “un hombre solo y débil contra el propio Dios” (Schreber citado en Freud, 1911-1913/2012, p. 19). Schreber experimenta alucinaciones auditivas a través de voces externas que se imponen y que son manifestaciones de que “el sujeto, podría decirse, es hablado más que habla él” (Lacan, 1953/2008, p. 270).
Siguiendo la figura del tramoyista de Lacan (1958/2008) en La dirección de la cura y los principios de su poder, el caso de Paul no se trata de un neurótico que sirviéndose del lenguaje hace de tramoyista y se representa en una escena como objeto del Otro, sino que hace de títere vivo y es él mismo objeto del Otro. Esta idea va en la línea con lo que Lacan (1969/1988) plantea en Dos notas sobre el niño acerca de cuando el niño se convierte en objeto de la madre:
Cuando la distancia entre la identificación con el ideal del yo y la parte tomada del deseo de la madre no tiene mediación (la que asegura normalmente la función del padre) el niño queda expuesto a todas las capturas fantasmáticas. Se convierte en "objeto" de la madre y su única función es entonces revelar la verdad de este objeto.
El derrumbamiento imaginario que tan bien captó Freud como sepultamiento del mundo en Schreber, no tardará en arreglárselas para reconstruirse a través del delirio y el Ideal de ser la mujer de Dios. Paul Schreber liga la feminización de su cuerpo con la copulación divina, lo cual le permitirá redimir al mundo y devolverle la bienaventuranza. La construcción de este edificio delirante pone cierto orden en el sujeto, y el significante y el significado se estabilizan en la metáfora delirante (Lacan, 1955-56/2008), de tal manera que Schreber puede volver a vivir dentro de él (Freud, 1911-1913/2012).
Si bien este edificio delirante aparece absolutamente compacto, consistente, inquebrantable pues funciona a modo de certeza, supone una reconstrucción que vivifica a Schreber. Respecto de esta reconstrucción, Freud (1911-1913/2012, p. 63) señala:
Tras la catástrofe, ella se logra más o menos bien, nunca por completo; una «alteración interior de profundo influjo», según las palabras de Schreber, se ha consumado en el mundo. Pero el hombre ha recuperado un vínculo con las personas y cosas del mundo, un vínculo a menudo muy intenso, si bien el que antes era un vínculo de ansiosa ternura puede volverse hostil.
No cabe duda de que muy fácilmente puede caerse el castillo de naipes del psicótico y este darse por muerto y corrompido, pero aquel encuentro con el lenguaje es siempre una posibilidad de encontrar nuevos arreglos para seguir viviendo. En palabras de Lacan (1957/2008, p. 476):
Sin duda la letra mata, como dice, cuando el espíritu vivifica. No lo negamos, habiendo tenido que saludar aquí en algún sitio a una noble víctima del error de buscar en la letra, pero preguntamos también cómo viviría sin la letra el espíritu. Las pretensiones del espíritu sin embargo permanecerían irreductibles si la letra no hubiese dado pruebas de que produce todos sus efectos de verdad en el hombre, sin que el espíritu intervenga en ello lo más mínimo.
Referencias bibliográficas
Freud, S. (1911-1913/2012). Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (caso Schreber). En Obras Completas. Volumen 12. Buenos Aires: Amorrortu editores.
Freud, S. (1916-1917/2012). 18ª conferencia: La fijación al trauma, lo inconsciente. En Obras Completas. Volumen 16. Buenos Aires: Amorrortu editores.
Lacan, J. (1953/2008). Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. En Escritos 1. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
Lacan, J. (1955-56/2008). De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis. En Escritos 2. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
Lacan, J. (1957/2008). La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud. En Escritos 1. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
Lacan, J. (1958/2008). La dirección de la cura y los principios de su poder. En Escritos 2. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
Lacan, J. (1969/1988). Dos notas sobre el niño. En Intervenciones y textos 2. Buenos Aires: Ediciones Manantial.
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