Martha, temía que a Freud le aconteciera lo mismo respecto al «tropiezo transferencial» entre Anna O. y Breuer. Freud intenta tranquilizarla… puesto que para que eso sucediera, ella debería ser la esposa de Breuer.
Sin embargo, Martha había captado muy bien que no se trataba de la persona en juego sino de la instalación del Sujeto supuesto Saber, que inevitablemente suscita amor.
María Recalde. Correspondencia 6, X Enapol.

Cuando nos preguntamos sobre la transferencia podemos asociarlo al verbo de transferir, lo que ahora hacemos con mayor frecuencia; transferimos de una cuenta a otra, de un lugar a otro, sin embargo, ¿qué significa transferencia en el dispositivo analítico? Para intentar poder responder se recorrerá el amor y el saber, ya que son dos términos que se encuentran estrechamente vinculados.
María Recalde en una suposición del sentir de Martha, prometida de Freud en ese momento, postula que no es de la persona de Breuer el interés que surgió, sino de un saber que encontraba y que esto suscitaba un amor.
Transferencia y amor
Se dirá que la transferencia es el verdadero amor, es el amor que se dirige al analista, a menudo inconsciente. Colette Soler[1]dirá que la transferencia que funciona entre el paciente y el analista se manifiesta en un cariño fuerte, es un amor que espera interpretaciones y que revela algo. Por otro lado Miller2[2], refiere que es un amor automático, un amor artificial pero de la misma condición que el amor verdadero, que se dirige a aquel que pensamos que sabe la verdad.
Para Freud no hay amor que no esté relacionado a un prototipo en la infancia, a los clichés, a las imagos infantiles, siendo estos una repetición del objeto de amor a elegir y que se repite en el ejercicio de la vida amorosa. En la transferencia, el sujeto “transfiere” a la persona del analista sus sentimientos y reacciones que corresponden a una persona significativa de su pasado[3]introduciéndolo a las series de objeto de amor.
Sin embargo el hecho de tratarla solo como una repetición, limita el dispositivo analítico, reduciendo la presencia del analista en una ilusión[4]. Lacan, en la dirección de la cura y los principios de su poder pone de relieve que si la “transferencia en análisis fuera solo una repetición de lo que sucede en las relaciones amorosas, no se podría concebir vía de salida alguna, ningún momento de concluir y ninguna producción de un deseo inédito”[5]. Sería una repetición interminable, sin fin, quedarse en ese lugar.
La transferencia se sostiene como amor al saber, únicamente si encuentra como partenaire al analista, que responde con el deseo y con su posición de ignorancia que no obstaculiza al sujeto supuesto saber; sin embargo, si el analista va más allá del saber y no en un lugar del objeto a, será visto como un ideal[6].
Entonces ¿Qué sería el amor? Amar es dar lo que no se tiene diría Lacan[7]“no hay un don posible más grande, un mayor signo de amor, que el don que no se tiene”. Miller[8] dirá que amar a alguien es creer que amándolo, accederá a una verdad sobre sí mismo; amamos a aquello que esconde la respuesta.
Es por ello que el analizante viene al análisis, para encontrar una respuesta y se dará con la sorpresa que el analista no la sabe y solo con la vía de creer en el inconsciente podrá sostenerse en el tiempo e ir buscando sus propias respuestas.
Cuando hay un saber se ama, pero ¿de qué tipo de saber se habla en la transferencia?
Transferencia y saber
El analista forma parte de la economía psíquica, la transferencia desde sus comienzos nos enseña que el enganche se hace más a un significante que a una persona[9]. Donde hay un agujero en el saber, viene a situarse el sujeto supuesto saber; y ¿qué no es el sujeto supuesto saber? Miller[10] dirá que no es de ningún modo que el analizante imagine que el psicoanalista sabe todo, lo cual podría decepcionar y poner en duda su posición del analista.
La situación analítica, coloca al analista en posición de oyente del discurso que emite el paciente, lo invita a entregarse a él sin omitir nada[11], estando el analista en una posición privilegiada que le otorga un cierto poder sobre la palabra del paciente, a la cual no le corresponde responder. La relación entre el paciente y el analista es disimétrica, ya que uno entrega el material, mientras que el otro lo escucha, lo recibe, lo acoge y en algunas ocasiones lo interpreta[12].
Para Lacan la asociación libre del analizante es la apertura de la transferencia, ya que se entrega y se coloca en la posición de buscar la verdad sobre sí mismo, sobre su verdadero deseo; pero “¿dónde busca la verdad?, la busca al cabo de su palabra, y el cabo de su palabra está allí, en el analista en cuanto gran Otro”[13]. La importancia de no responder a su demanda despliega la palabra, poniendo en acto el inconsciente, haciendo que él mismo se encargue de encontrarla.
En el matema de la transferencia de Lacan, en la proposición de 1967, Manzetti[14]lo explica así: “Para que el significante de la demanda se convierte en significante de la transferencia es necesario que tengan un significado específico. Un sujeto afectado por un síntoma, no sabe qué quiere decir, pero tiene la certeza que significa algo”.
Cuando uno presenta el síntoma y cree en el inconsciente, ese significado lo desconoce pero sabe que significa algo y se va a transformar en significante de la transferencia en el momento que haya una certeza de que el vacío del significado del síntoma significa que en algún otro lugar, hay un significado, aunque no sepa cuál. Hay un certeza de que significa algo que le concierne, que es suyo pero no sabe que es, aquí se ha instaurado el sujeto supuesto saber[15].
El analizante cuando narra el suceso que lo hizo venir a consulta está articulando la significación. Cuando habla se conduce por la asociación libre y se va sustrayendo de los límites de lo consciente y da lugar a la equivocación, diciendo algo más de lo que quería decir. Hay una emergencia de significantes reprimidos, que escapa a la significación, ya que el inconsciente es un significante a la espera de un significado[16].
Hay un otro que sabe y ese que sabe es el sujeto del inconsciente y si es un sujeto tiene un deseo, entonces se le está suponiendo un sujeto al inconsciente, el cual desea y moviliza las acciones. En el análisis se le da un espacio para que se despliegue, ocupando el analista en lugar de objeto a, el lugar de vacío.
Transferencia
La transferencia se ha ido describiendo en el camino de este trabajo, Freud en Dinámica de la transferencia17 postula que surge en toda cura analítica, además de su ambivalencia, de ser la palanca del éxito, el motor de la cura y su más grande obstáculo. Miller18 explica la
transferencia freudiana como el momento en que el deseo del paciente se apodera del terapeuta, en que el psicoanalista -no su persona- imanta las cargas liberadas por la represión.
Se ha tratado de ir más allá, de entender ¿Porque es el verdadero amor? ¿Qué relación tiene con el saber? y cómo estos términos se unen para poder dar una explicación.
Ahora puedo decir que la transferencia desde el dispositivo analítico, no es solo transferir las repeticiones de la infancia, si no que busca en el analista un saber, una demanda y como en toda demanda hay una falta. Sin embargo, el analista no responde a ello, porque no es él el que sabe, el analizante en su recorrido lo irá descubriendo, irá buscando un sentido a su síntoma, pero ya no con una demanda al analista, si no al sujeto de su inconsciente, a su otro, que es nada más que lo que tiene.
[1] Soler, C. “Amor en transferencia”, De Inconscientes, 2018, disponible en https://deinconscientes.com/amor-en-transferencia-colette-soler/
[2] Miller, J. “Amamos a aquel que responde a nuestra pregunta: ¿Quién soy yo?”. Consecuencias revista digitar de psicoanálisis, arte y pensamiento, 2011, disponible en: http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/006/template.php?file=arts/alcances/Amamos-a-aquel-que-responde-a-nuestra-pregunta-Quien-soy-yo.html
[3] Hernández, A. El concepto de transferencia en la teoría freudiana y su importancia dentro del dispositivo analítico (2014), disponible en http://heortiz.net/psicoanalisis/transferencia.pdf
[4] Manzetti, R. A M P Scilicet de los Nombres del Padre. Textos preparatorios para el congreso de Roma 13 al 17 de Julio de 2006.
[5] J. Lacan, “La dirección de la cura y los principios de su poder” (1958), en Escritos II, Siglo Veintiuno Editores, Madrid 1989, pág. 582.
[6] Manzetti, R. A M P Scilicet de los Nombres del Padre. Textos preparatorios para el congreso de Roma 13 al 17 de Julio de 2006, pág. 354.
[7]Miller, J. Seminario en Caracas y Bogotá. 1° edición en Argentina, marzo del 2015. Paidós, Buenos Aires- Argentina. La transferencia de Freud a Lacan. Pág. 171.
[8]Miller, J. “Amamos a aquel que responde a nuestra pregunta: ¿Quién soy yo?”. Consecuencias revista digitar de psicoanálisis, arte y pensamiento, 2011, disponible en: http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/006/template.php?file=arts/alcances/Amamos-a-aquel-que-responde-a-nuestra-pregunta-Quien-soy-yo.html
[9] Manzetti, R. A M P Scilicet de los Nombres del Padre. Textos preparatorios para el congreso de Roma 13 al 17 de Julio de 2006, pág. 355.
[10] Miller, J. Seminario en Caracas y Bogotá. 1° edición en Argentina, marzo del 2015. Paidós, Buenos Aires- Argentina. La transferencia de Freud a Lacan. Pág. 171.
[11] Ibíd., p.198.
[12] Ibíd., p.198.
[13] Ibíd., p.199.
[14] Manzetti, R. A M P Scilicet de los Nombres del Padre. Textos preparatorios para el congreso de Roma 13 al 17 de Julio de 2006, pág. 355.
[15] Ibíd., p.356.
[16]Tendlarz,S. Sujeto supuesto saber. Publicado en Silicet, volumen preparatorio al VII Congreso de la AMP a realizarse en París, Buenos Aires, 2009.
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