26 de abril de 2024

CLINICA DE LA INEXISTENCIA DEL OTRO EN LAS PSICOSIS ORDINARIAS; Por Iván D´Onadío Muñoz




el tajante distingo entre neurosis y psicosis debe amenguarse, pues tampoco en la neurosis faltan intentos de sustituir la realidad indeseada por otra más acorde al deseo. La posibilidad de ello le da la existencia de un mundo de la fantasía…”[1]

Freud


El concepto de psicosis ordinaria emerge a partir del análisis de diversos casos en que los síntomas de las psicosis guardan una marcada similitud a los de una neurosis. Si planteamos la locura como defensa de lo real, del troumatismo, hablamos de la locura como encadenamiento, como delirio y fantasía, como estabilización y sueño.

 De acuerdo a Lacan, el fantasma presenta la defensa de lo real en la neurosis a partir de un axioma lógico, un sistema, un semblante. Mientras que La forclusión del Nombre del Padre da cuenta de las psicosis, las neurosis se valen de su metáfora. El delirio, más asociado a la psicosis, se construye sin un sistema compartido, tal como describe su etimología, de-lira, se aleja del surco de la norma.

 Posteriormente, se retoma el concepto de forclusión desde la idea de fuera de discurso, donde la función organizadora radicaría en la misma estructura del discurso. Miller, toma como ejemplo la esquizofrenia para hablar de una nueva clínica, aludiendo que el esquizofrénico es el único que no puede defenderse de lo real con el discurso, pues para él, lo simbólico es real. Por ello, este se defiende con la ironía, hace inexistir al Otro. Tal vez se podría decir que es un delirio que no es de semblante.[1]

Miller postula: “nuestra clínica será irónica, es decir, fundada en la inexistencia del Otro como defensa contra lo real[2]. Ya que todo lo que significa deviene ficción, entonces deja de existir. La referencia está vacía y “si hay verdad, no es adecuación de la palabra y de la cosa, es interna al decir, o sea, a la articulación.[3] Lacan, concibe esta referencia vacía como la castración, pero con una dimensión positiva de semblante, representada por el objeto “a”. La relación con ese objeto ficcional es como se escribe la formula del fantasma. En contraste, en la psicosis se advierte que no hay velo, que el objeto no está perdido y que el Otro está en lo real, ¿Por qué entonces pensar la psicosis desde una dimensión más ficcional o patógena?[4]

La angustia no sostiene un discurso ante el objeto. Mientras menos se despliega el saber sobre algo, como sobre el enigma del deseo del Otro, la significación de significación toma más presencia. La sorpresa daría el efecto de sentido en la relación entre significante y significado a partir del Otro simbólico en la neurosis, a diferencia del enigma que deviene certeza en lo real en la psicosis.[5]

 La forclusión del Nombre del Padre dejaría un desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida.[6] Una orientación diagnóstica sería observar este desorden en el sentimiento de la vida.[7] ¿Qué es este desorden? ¿La falta en el Otro no simbolizada por un discurso o un lazo social?

El problema parece residir en el significante, el quod sin quid. Hay un desamparo en la ausencia de significación, una imposibilidad del lazo social y un abandono a la pulsión muda. ¿El rechazo a la significación fálica es una respuesta ética a lo real desde la psicosis? Si el saber está del lado del psicótico, ¿Un significante solo puede hacer lazo?

Se propone, entonces, un tratamiento de la letra como una herramienta en lo real, desde el goce, donde el Otro no existe. Donde la invención se erige como anudamiento y el analista se presta al sinthome, allí en el lugar de la juntura más íntima, desprovisto del ideal de un discurso establecido. Un trabajo para aprender Lalengua del sujeto y también un interés en su traducción para un lazo social distinto, no signado por el Nombre Del Padre, pero que pueda permitir que el significado pueda ser susceptible de tener un mismo sentido en el lazo con otros.[8]

El analista ocuparía un lugar de no saber y el objetivo sería modificar algo del goce solitario hacia una cesión de goce a este nuevo lazo social. Destituir a ese Otro y limitar el goce. Aunque quizás, otras veces, habrá que sostener algo del goce si este se liga a lo vivo. Un analista en posición femenina podría dar lugar a este goce. ¿Qué sería esto vivo? ¿Un goce más allá de lo fálico que puede plantear un límite, una excepción a la función fálica? ¿Un no-todo?




Iván  D´Onadío, asociado a la NELcf-Lima



Bibliografía

[1] Miller, J.-A., “Ironía” https://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/007/template.php?file=arts/alcances/Ironia.html

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] Ibid.

[5] Miller, J.-A., Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 2005.

[6] Miller, J.-A., Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 2005. p. 83.

  

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