“el tajante distingo entre neurosis y
psicosis debe amenguarse, pues tampoco en la neurosis faltan intentos de
sustituir la realidad indeseada por otra más acorde al deseo. La posibilidad
de ello le
da la existencia de
un mundo de la fantasía…”[1]
Freud
De acuerdo a Lacan, el fantasma presenta la defensa de lo real en la neurosis a partir de un axioma lógico, un sistema, un semblante. Mientras que La forclusión del Nombre del Padre da cuenta de las psicosis, las neurosis se valen de su metáfora. El delirio, más asociado a la psicosis, se construye sin un sistema compartido, tal como describe su etimología, de-lira, se aleja del surco de la norma.
Posteriormente, se retoma el concepto de forclusión desde la idea de fuera de discurso, donde la función organizadora radicaría en la misma estructura del discurso. Miller, toma como ejemplo la esquizofrenia para hablar de una nueva clínica, aludiendo que el esquizofrénico es el único que no puede defenderse de lo real con el discurso, pues para él, lo simbólico es real. Por ello, este se defiende con la ironía, hace inexistir al Otro. Tal vez se podría decir que es un delirio que no es de semblante.[1]
Miller postula: “nuestra clínica será
irónica, es decir, fundada en la inexistencia del Otro como defensa contra lo
real”[2]. Ya que
todo lo que significa deviene ficción, entonces deja de existir. La referencia
está vacía y “si
hay verdad, no es adecuación de la palabra y de la cosa, es interna al decir,
o sea, a la articulación.”[3] Lacan, concibe esta referencia vacía como la castración, pero con una
dimensión positiva de semblante, representada por el objeto “a”. La
relación con ese objeto ficcional es como se escribe la formula del fantasma. En
contraste, en la psicosis se advierte que no hay velo, que el objeto no está
perdido y que el Otro está en lo real, ¿Por qué entonces pensar la psicosis
desde una dimensión más ficcional o patógena?[4]
La angustia no
sostiene un discurso ante el objeto. Mientras menos se despliega el saber sobre
algo, como sobre el enigma del deseo del Otro, la significación de
significación toma más presencia. La sorpresa daría el efecto de sentido en la
relación entre significante y significado a partir del Otro simbólico en la
neurosis, a diferencia del enigma que deviene certeza en lo real en la psicosis.[5]
La forclusión del Nombre del Padre dejaría un desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida.[6] Una orientación diagnóstica sería observar este desorden en el sentimiento de la vida.[7] ¿Qué es este desorden? ¿La falta en el Otro no simbolizada por un discurso o un lazo social?
El problema parece residir en el
significante, el quod sin quid. Hay un desamparo en la ausencia
de significación, una imposibilidad del lazo social y un abandono a la pulsión
muda. ¿El rechazo a la significación fálica es una respuesta ética a lo real
desde la psicosis? Si el saber está del lado del psicótico, ¿Un significante
solo puede hacer lazo?
Se propone, entonces, un tratamiento
de la letra como una herramienta en lo real, desde el goce, donde el Otro no
existe. Donde la invención se erige como anudamiento y el analista se presta al
sinthome, allí en el lugar de la juntura más íntima, desprovisto del
ideal de un discurso establecido. Un trabajo para aprender Lalengua del
sujeto y también un interés en su traducción para un lazo social distinto, no
signado por el Nombre Del Padre, pero que pueda permitir que el significado
pueda ser susceptible de tener un mismo sentido en el lazo con otros.[8]
[1] Miller, J.-A., “Ironía” https://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/007/template.php?file=arts/alcances/Ironia.html
[2] Ibid.
[3] Ibid.
[4] Ibid.
[5] Miller, J.-A., Los inclasificables de la clínica psicoanalítica,
Paidós, Buenos Aires, 2005.
[6] Miller,
J.-A., Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Paidós, Buenos
Aires, 2005. p. 83.
[7] Miller, J.-A., “Efecto retorno sobre la
psicosis ordinaria”,
http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/015/template.php?file=arts/Alcances/Efecto-retorno-sobre-la-psicosis-ordinaria.html
[8] Miller, J.-A., La psicosis ordinaria, Paidós, Buenos Aires, 2003. Pp 98
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